Luciano Ara, nativo de Tenosique, era chiclero. En sus ratos de descanso hacía figuritas con el material y le enseñó a su hija, Julia, y ella a la suya, Alma Delia Magaña. Hacían patos, lagartos, culebras, búhos y otros animales de la región. Pronto llegaron personas que querían comprarlas. Así, empezó un linaje de artesanos en chicle que vendía sus figuras en puestos en el mercado, durante el carnaval y en ferias. Las más codiciadas eran las canastas y cayucos llenos de frutas y flores y figuras relacionadas con la Danza del Pochó. Cuando su madre murió, Alma Delia se fue de Tenosique. Cada vez era más difícil conseguir material para hacer las figuras porque ya casi no había chicleros, incluso se empezó a penalizar la extracción de la savia. En su nuevo hogar en Playa del Carmen, trató de seguir haciendo sus trabajos, incluso de dar cursos para que otros aprendieran el oficio, pero no tuvo éxito. Se dedicó más bien a la albañilería y a limpiar casas para sobrevivir. Para esta exposición, las maestras Alma Delia y su hija Delia Beatriz consiguieron media maqueta de chicle y realizaron estas figuras de animales que les recuerdan a su tierra natal.
Luciano Ara, nativo de Tenosique, era chiclero. En sus ratos de descanso hacía figuritas con el material y le enseñó a su hija, Julia, y ella a la suya, Alma Delia Magaña. Hacían patos, lagartos, culebras, búhos y otros animales de la región. Pronto llegaron personas que querían comprarlas. Así, empezó un linaje de artesanos en chicle que vendía sus figuras en puestos en el mercado, durante el carnaval y en ferias. Las más codiciadas eran las canastas y cayucos llenos de frutas y flores y figuras relacionadas con la Danza del Pochó. Cuando su madre murió, Alma Delia se fue de Tenosique. Cada vez era más difícil conseguir material para hacer las figuras porque ya casi no había chicleros, incluso se empezó a penalizar la extracción de la savia. En su nuevo hogar en Playa del Carmen, trató de seguir haciendo sus trabajos, incluso de dar cursos para que otros aprendieran el oficio, pero no tuvo éxito. Se dedicó más bien a la albañilería y a limpiar casas para sobrevivir. Para esta exposición, las maestras Alma Delia y su hija Delia Beatriz consiguieron media maqueta de chicle y realizaron estas figuras de animales que les recuerdan a su tierra natal.