Desde el período Posclásico tardío (1200-1521) hasta mediados del siglo XX, los grupos mayas del Petén y la Selva Lacandona depositaron ofrendas de incensarios y braseros en las ruinas de las ciudades prehispánicas como un culto a los ancestros y a las divinidades que habitaban esos sitios. Cuando los primeros exploradores vieron las ruinas de Piedras Negras, Yaxchilán y Bonampak encontraron decenas de estos “santos” lacandones dentro de los templos, que por generaciones fueron depositados ahí. Desde mediados del siglo XX esta práctica fue abandonada debido a los cambios religiosos entre los lacandones, quienes en su mayoría ahora integran iglesias cristianas.
Desde el período Posclásico tardío (1200-1521) hasta mediados del siglo XX, los grupos mayas del Petén y la Selva Lacandona depositaron ofrendas de incensarios y braseros en las ruinas de las ciudades prehispánicas como un culto a los ancestros y a las divinidades que habitaban esos sitios. Cuando los primeros exploradores vieron las ruinas de Piedras Negras, Yaxchilán y Bonampak encontraron decenas de estos “santos” lacandones dentro de los templos, que por generaciones fueron depositados ahí. Desde mediados del siglo XX esta práctica fue abandonada debido a los cambios religiosos entre los lacandones, quienes en su mayoría ahora integran iglesias cristianas.