En el arte mesoamericano, los dioses desempeñan un papel fundamental y ocupan un lugar destacado en las representaciones artísticas. A diferencia de las escenas de la vida cotidiana de las personas comunes, que son menos frecuentes, encontramos una profusión de representaciones de divinidades. Estas representaciones pueden variar desde una representación sencilla en la que los dioses están simplemente de pie, hasta escenas en las que se les muestra realizando actividades cotidianas similares a las de los seres humanos. Además, se recrean mitos primigenios y se exploran diversas opciones para plasmar la importancia y la presencia divina en el arte. Los dioses mesoamericanos son una parte integral de la cosmovisión y la religión de estas culturas, y su representación en el arte refleja su poder, su relevancia y su conexión con el mundo terrenal.
Esta pieza es la cabeza de una figurilla. Los rasgos faciales fueron creados utilizando un molde, lo que le otorga una apariencia detallada y, en cierta forma, común. Los ojos, de forma ovalada, se representan de manera delicada, al igual que las cejas ligeramente marcadas. La nariz se presenta recta y la boca ligeramente entreabierta, añadiendo expresividad a la figura.
Destacan las orejeras, que son prominentes a ambos lados de la cabeza. Estas orejeras consisten en una circunferencia con un círculo en su parte interna, lo cual añade un detalle jerárquico interesante. Sobre la cabeza, a modo de tocado, se pueden apreciar tres tiras horizontales rodeadas por cinco esferas en la parte superior y otras cinco en la parte inferior. Estas tiras dan lugar a una forma trapezoidal, con el lado más angosto en la parte inferior y el más ancho en la parte superior, simulando grandes plumas estilizadas.
Además, junto a la cabeza se encuentran otros trapecios de menor tamaño dispuestos verticalmente, con la parte más angosta pegada a la cabeza y la más ancha en la parte externa. Estos trapecios también contribuyen a la estética de la figurilla, añadiendo un elemento visual adicional.
La figurilla posiblemente representa a Xilonen, una deidad mesoamericana asociada con la mazorca de maíz en su etapa de madurez. Xilonen se representa como una mujer con un huipil y una falda pintados con colores que simbolizan las "flores de primavera". En su cabeza lleva una corona de papel adornada con plumas de quetzal. Su rostro está pintado mitad de color rojo y mitad de color amarillo. En una mano sostiene un escudo pintado con líneas horizontales y en la otra una "sonaja de niebla".
La deidad Xilonen era venerada durante el mes de Huey Tecuihuitl, conocido como la "gran fiesta de los señores", que se celebraba cuando las mazorcas de maíz estaban casi maduras. Durante esta festividad, se elegía a una joven para que representara a la diosa y era vestida y adorada como tal. En el día de su sacrificio, se realizaba una danza en la que las mujeres sacerdotisas bailaban alrededor de la joven, mientras que los hombres principales y los sacerdotes bailaban por separado.
No se permitía comer elotes, cañas de maíz ni panes o tamales hechos de maíz hasta que se llevara a cabo este sacrificio en el templo del dios Cinteotl.
Sin embargo, aunque esta descripción proporciona solo una visión parcial de la pieza, podemos aventurar y especular sobre cómo podría haber sido el resto de la figurilla y comprender la importancia que seguramente tuvo antes de ser descartada.
En el arte mesoamericano, los dioses desempeñan un papel fundamental y ocupan un lugar destacado en las representaciones artísticas. A diferencia de las escenas de la vida cotidiana de las personas comunes, que son menos frecuentes, encontramos una profusión de representaciones de divinidades. Estas representaciones pueden variar desde una representación sencilla en la que los dioses están simplemente de pie, hasta escenas en las que se les muestra realizando actividades cotidianas similares a las de los seres humanos. Además, se recrean mitos primigenios y se exploran diversas opciones para plasmar la importancia y la presencia divina en el arte. Los dioses mesoamericanos son una parte integral de la cosmovisión y la religión de estas culturas, y su representación en el arte refleja su poder, su relevancia y su conexión con el mundo terrenal.