El México antiguo. Salas de Arte Prehispánico
Pendientes de piedra verde con rasgos felinos | El México antiguo. Salas de Arte Prehispánico | Museo Amparo, Puebla
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Pendientes de piedra verde con rasgos felinos

Región Desconocida
Período Desconocido
Período Desconocido
Técnica

Escultura en piedra verde tallada, incisa, perforada y pulida

Medidas 5.8   x 6.7  cm
Investigador

Cabe conjeturar que las dos piezas de joyería figuran cabezas de felinos, una vista de perfil naturalista y otra frontal con rasgos modificados. La delicadeza de la talla es extraordinaria, afín al carácter precioso asignado por las sociedades mesoamericanas a las piedras verdes-azuladas de grano compacto. Pudiera tratarse de jadeíta; la identificación precisa requiere análisis de laboratorio, como la espectroscopia y la fluorescencia de rayos X, para conocer la composición mineralógica. Al margen de ello, destaca la simbiosis plena entre la imagen, su materialidad, función simbólica y funcionamiento utilitario.

            La diminuta altura de ambas joyas no supera los seis centímetros; el contorno general es redondeado, aplanado en la vista frontal y con mayor volumen en la parte posterior de la que muestra el rostro de frente, por lo que ésta es más cercana a una cabeza. Como puede verse, esta imagen tiene el ceño fruncido y la característica nariz ancha de los félidos; al parecer sólo presenta la mandíbula superior, con el labio evertido y la encía desdentada, lo cual recuerda al arte olmeca, como la escultura de piedra basáltica con forma de jaguar humanizado nombrada Monumento 52 de San Lorenzo, Veracruz y el “hacha” de jade que fuera coleccionada por William Bullock y luego adquirida por el British Museum; no obstante, la ausencia en nuestra pieza de características estilísticas como la forma petaloide de las “hachas”, las cuales no solo constan de cara sino también de cuerpo, así como la falta de ojos almendrados y  cejas flamígeras, la alejan de la atribución cultural olmeca. De ahí que es pertinente considerar que las representaciones de felinos fueron abundantes en el arte mesoamericano y también que distintas sociedades manufacturaron en mayor o menor medida objetos lapidarios.

            En la misma cabeza un rasgo muy llamativo es la minúscula pupila en el ojo que se ve a la izquierda, el contorno fue minuciosamente desgastado para que sobresaliera. Otro fino detalle es la perforación cilíndrica que atraviesa la parte posterior de la cabeza. Estudios experimentales de tecnología lapidaria realizados por Reyna Beatriz Solís Ciriaco y Emiliano Ricardo Melgar indican que aberturas de ese tipo pudieron hacerse con abrasivos y taladros de madera. 

            Estas diminutas perforaciones son otro elemento que comparten ambas piezas; sirvieron para atravesar un cordel y que las imágenes pendieran, quizás como dijes de un collar. El rostro felino de perfil tiene dos de esas perforaciones posteriores y hacia los lados. Comparativamente su aspecto es menos esquemático, con la oreja redonda y ostentando grandes colmillos superiores e inferiores, incluso con la nariz curvada hacia arriba, lo que enfatiza, junto con la simulación de pliegues alrededor de las fauces, el ojo y la nariz, la ferocidad y el poderío de esa especie depredadora sacralizada.

            Desde sus remotas fases tempranas, las sociedades de Mesoamérica vincularon las piedras verdes finas con la petrificación de las aguas sagradas; la ubicación de las minas en la superficie terrestre o en estratos subterráneos fortalece su simbolismo acuático, el cual, a su vez, tiene relación con valores culturales asignados a especies como los jaguares. Por ser hábiles nadadores y cazadores nocturnos, sus hábitos son propios de las cualidades acuosas que caracterizan el nivel inferior, oscuro, nocturno y germinal del cosmos.

            Independientemente de lo figurado, la materia de la que están hechas las dos cabezas de félidos era un símbolo de lo precioso, por lo que estas alhajas condensan significados y dotarían de un enorme prestigio a quienes los portaran, mucho más aún si las piedras procedieran de tierras lejanas. No se descarta su operatividad simbólica y mágica en ciertas funciones religiosas o bélicas.

Verónica Hernández Díaz

Cabe conjeturar que las dos piezas de joyería figuran cabezas de felinos, una vista de perfil naturalista y otra frontal con rasgos modificados. La delicadeza de la talla es extraordinaria, afín al carácter precioso asignado por las sociedades mesoamericanas a las piedras verdes-azuladas de grano compacto. Pudiera tratarse de jadeíta; la identificación precisa requiere análisis de laboratorio, como la espectroscopia y la fluorescencia de rayos X, para conocer la composición mineralógica. Al margen de ello, destaca la simbiosis plena entre la imagen, su materialidad, función simbólica y funcionamiento utilitario.

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