En esta instalación, Jorge de la Garza concentra varios de los intereses que han definido su cuerpo de obra: la recopilación y uso de imágenes de distintas fuentes, y la exploración de los postulados teóricos del Atlas Mnemosyne de Aby Warburg concretados en su metodología de exhibición por medio de paneles abiertos para leer las imágenes que se han creado a lo largo del tiempo.
A diferencia de otros de sus proyectos, que parten de imágenes provenientes de libros de segunda mano, en esta pieza todos los elementos visuales son archivos de origen digital. A partir del libro Historias del mal (1995) de Bernard Sichère, De la Garza revisó diversas definiciones del mal de la antigua Grecia y el Renacimiento, entre otros periodos históricos, y comenzó a buscar pinturas o grabados de varios estilos que abordan el tema, con el fin de conformar un panorama visual que permitiera mostrar la imposibilidad de representar el mal, el horror y la violencia.
En la búsqueda, emergieron personajes mitológicos, como Prometeo, Adán y Eva, entre otros, que posteriormente fueron borrados junto con algunas escenas para profundizar en las problemáticas de la representación. Es decir, por medio de Photoshop, como lo enuncia el título de la pieza, el artista desapareció, fragmentó y oscureció ciertos elementos de las imágenes originales para enfatizar sus dudas sobre la representación del mal: aunque su temática puede corresponder a un evento en específico de la cultura occidental, sus formas de aparición pueden poner en duda lo que la memoria recuerda de la historia o sus acontecimientos.
De esta manera, De la Garza retoma la idea de Aby Warburg en su Atlas Mnemosyne para crear una suerte de constelación conformada por diferentes fragmentos de imágenes que pueden ser entendidos en sus partes y en su totalidad. Para lograrlo, la pieza se presenta con una mesa cubierta por imágenes tan similares como diferentes entre sí, que el espectador puede disponer en un proyector a su voluntad y, así, dar sentido a las infinitas configuraciones que se pueden desarrollar a partir de su selección y proyección.
Por su parte, además de ser un dispositivo que forma parte esencial de la pieza, el proyector y sus cualidades técnicas permiten pensar en la noción de la fantasmagoría de la imagen: mientras que deja ver las formas impresas sobre el acetato a través de la luz, lo que se puede ver está más allá de las imágenes mismas, es decir, en los sentidos que les otorgamos por efecto de sus semejanzas o diferencias. Asimismo, si bien el título de la pieza es una alusión a la manipulación que De la Garza hace con las imágenes, los actos de desaparecer, mostrar, fragmentar y oscurecer también se pueden pensar en relación con las formas en que vemos y nos relacionamos con sus imágenes y sus representaciones.
Referencias:
Conversación directa con el artista.