La noción atávica de renovación representada en el culto prehispánico de Xipe Tótec, el desollado, pervive en la conciencia del Antropoceno que demanda acciones urgentes para revertir el impacto de las actividades humanas sobre los diversos ecosistemas de la Tierra. La muerte, la restitución y el registro del tiempo, constituyen un marco esencial para comprender los acontecimientos en su escala geológica, social y personal.
La transitoria condición de lo humano, de la historia y de la naturaleza, conviven en el territorio, el cual funge como locación para alojar dinámicas que alteran su condición física y simbólica asentando negociaciones de poder, el acontecer de las fuerzas de la naturaleza, la conformación de identidades y la creación de mitos.