Desde los inicios de su carrera en la década de 1970, Graciela Iturbide ha retratado diversas regiones de Oaxaca. Desde sus personas hasta sus espacios, pasando por los elementos o acontecimientos menos comunes de su territorio o que suceden desapercibidos, pero cuyas presencias constituyen partes fundamentales de las narrativas de esta región. Con la confianza puesta en el azar y la sorpresa, Iturbide ha encontrado en los objetos más ordinarios vestigios de historias singulares o colectivas, que enuncian fragmentos de una realidad que, quizá, no es visible a simple vista.
Esta piedra, que podría ser cualquiera, se distingue por las cuerdas que la amarran y las hojas que yacen superpuestas. En la región mixteca de Oaxaca, el culto a los bultos sagrados ha sido un ritual tradicional que se conserva desde épocas precolombinas. En los códices mixtecos, aunque poco estudiados, existen registros de manifestaciones religiosas asociadas a las piedras —no solo preciosas— que eran atadas y dispuestas con cuerdas o telas para rendir tributo a los gobernantes o para celebrar las fiestas periódicas de la comunidad.
Si bien es probable que la toma de Iturbide no haya atendido a esta relación específica, la extrañeza del objeto encontrado permite establecer relaciones de sentido inesperadas con respecto a una locación e imaginario en particular. Lo que encuentra Iturbide en lo ordinario y la forma poética en la que lo transforma su lente, son los testimonios de las vidas y realidades de un lugar.
Desde los inicios de su carrera en la década de 1970, Graciela Iturbide ha retratado diversas regiones de Oaxaca. Desde sus personas hasta sus espacios, pasando por los elementos o acontecimientos menos comunes de su territorio o que suceden desapercibidos, pero cuyas presencias constituyen partes fundamentales de las narrativas de esta región. Con la confianza puesta en el azar y la sorpresa, Iturbide ha encontrado en los objetos más ordinarios vestigios de historias singulares o colectivas, que enuncian fragmentos de una realidad que, quizá, no es visible a simple vista.