En América florecieron tres civilizaciones agrícolas: la del Río Mississippi, la de los Andes y la mesoamericana, que ocupó parte del territorio actual de México. Las tres tuvieron el maíz como principal cereal y pseudocereales complementarios: el girasol en Norteamérica, la quinoa en Sudamérica y el amaranto y el huauzontle en México.
Los pueblos de Mesoamérica desarrollaron una compleja tecnología hidráulica que permitió crear excedentes agrícolas: terrazas irrigadas, canales, represas y chinampas.
Tláloc, señor de la lluvia, las nubes y las tormentas, es uno de los dioses más antiguos e importantes de los pueblos mesoamericanos: se le esperaba durante períodos de hasta seis meses de gran sequía, especialmente en la meseta.
Gracias a la productividad alcanzada en el campo fue posible sostener ciudades muy pobladas, en las cuales se desarrolló la diferenciación de clases y una notable especialización laboral.