Buena parte de la práctica artística de Helen Escobedo busca incidir en la forma y la calidad de vida de los habitantes de un lugar determinado. En su trabajo, la exploración formal conlleva igualmente una exploración de la dimensión social. Por tal motivo, desde inicios de los años setenta, la artista comenzó a realizar obras efímeras o permanentes que fueron concebidas para el sitio o las condiciones específicas en el que serían ubicadas. Coherente con esta postura, Escobedo realizó extensas investigaciones de los lugares donde trabajaría, tomando en cuenta su uso y función cotidiana, pero también la historia, la cultura y el espacio en el que serían insertas.
Este boceto, realizado para la escultura móvil El bicivocho (2001), es un botón de muestra del proceso creativo de Helen Escobedo, el cual se gestaba a partir de amplias investigaciones que abarcaban siempre un componente de carácter lúdico. Ya fuera para desarrollar esculturas, ambientes o intervenciones, la artista tomaba notas y fotografías de los sitios donde trabajaría. Además, realizaba collages, grabados y dibujos que le servían para jugar con las distintas posibilidades y estructuras de las piezas. Las maquetas de esculturas pequeñas o de gran formato, por su parte, le permitían visualizar y experimentar con distintas posibles soluciones.
La interrelación del espacio, el paisaje, los objetos y las personas es esencial para entender el trabajo de Helen Escobedo. Como dejó dicho para el caso particular del arte urbano: “no es un objeto tridimensional al aire libre colocado sobre un pedestal y de formato amable. Es más bien una obra conceptuada para integrarse o formar parte de un todo, del espacio total circundante, donde la escala, el transeúnte, el automovilista, los árboles, los edificios, la ecología y los colores, todos son tomados en cuenta para arrojar un diseño, una obra que armoniza con lo que allí está”.[1]
Como evidencia este boceto, el dibujo fue para Escobedo uno de los medios por excelencia para desarrollar sus ideas. A partir de esta práctica, concebía imágenes complejas que se vuelven indispensables a la hora de aproximarse a su cuerpo de trabajo y que permiten vislumbrar el empeño y dedicación que ponía en su proceso creativo.
Este Bicivocho y su materialización escultórica, permiten reconocer a una artista que desarrolló una inusual gama productiva llena de contrapuntos, y que trabajó igualmente con lo monumental y lo pequeño, las grandes estructuras y los detalles, y que buscó transitar del espacio museístico y la galería al espacio público y de uso cotidiano.
https://www.jornada.com.mx/2000/12/10/sem-helen.html
Graciela Schmilchuk, Helen Escobedo: Pasos en la arena, México, Consejo Nacional Para la Cultura y las Artes / Difusión Cultural UNAM / Turner / G.D.E Ediciones, 2001, 271 p.
[1] Citada en Graciela Schmilchuk, Helen Escobedo: Pasos en la arena, México, Consejo Nacional Para la Cultura y las Artes / Difusión Cultural UNAM / Turner / G.D.E Ediciones, 2001, p. 63.
Buena parte de la práctica artística de Helen Escobedo busca incidir en la forma y la calidad de vida de los habitantes de un lugar determinado. En su trabajo, la exploración formal conlleva igualmente una exploración de la dimensión social. Por tal motivo, desde inicios de los años setenta, la artista comenzó a realizar obras efímeras o permanentes que fueron concebidas para el sitio o las condiciones específicas en el que serían ubicadas. Coherente con esta postura, Escobedo realizó extensas investigaciones de los lugares donde trabajaría, tomando en cuenta su uso y función cotidiana, pero también la historia, la cultura y el espacio en el que serían insertas.