Intemperie está integrada por dos elementos: una fina alfombra que no ha sido tejida para la posteridad sino cuidadosamente elaborada con polvo de mármol y pigmentos, y una enorme cortina que cubre una ventana abierta junto a ella. Como parte de un vaivén, donde el viento y la luz se cuelan a través de ese filtro entre el adentro y el afuera, la sala de exhibición se ve convertida en una suerte de espacio doméstico. El mundo se cuela en el museo y pone en tensión la idea de la obra como objeto fijado. Con el transcurrir de los días, el tapete se modifica de manera sutil y paulatina.
Realizada en 2012, la obra fue concebida para su exhibición en el Museo Experimental El Eco, espacio emblemático de la arquitectura emocional del artista Mathias Goeritz y pensado como una escultura habitable. En esta instalación, realizada con el acompañamiento curatorial de Paola Santoscoy, Pablo Vargas Lugo (Ciudad de México, 1968) creó una serie de ambigüedades para dicho espacio: lo doméstico en lo museístico; la difuminación de los límites entre exterior e interior, al retirar los vidrios del ventanal; y la resultante de oponer el papel de exhibición y resguardo de una obra por parte del museo con una propuesta encaminada a su constante erosión.
En la concepción del tapete hay distintas referencias. Por un lado, emula la alfombra persa y su origen nomádico, que acabó por convertirse en un elemento doméstico y de lujo; por otro, su confección retoma la técnica del mandala tibetano, realizado como parte del proceso de la meditación y finalmente destruido como recordatorio de la impermanencia.
Por otra parte, la cortina que acompaña al tapete, atravesada por líneas horizontales y verticales, es una referencia directa a la instalación Senza titolo (1980), del artista Gino de Dominicis (1947-1998), en la cual un espacio blanco ha sido cubierto con una reja para asemejarse a una celda; en ella, dos de los barrotes han sido forzados. Para la curadora del proyecto, el vínculo entre ambos artistas se da por la vía del misterio. “(Vargas Lugo) nos presenta no una reja sino la ilusión de una reja que sugiere un encierro, vulnerado por la intrusión de los elementos”.
En su texto sobre el proyecto, Santoscoy destaca el papel de lo enigmático en la producción del artista: “Las obras de Pablo Vargas Lugo están cargadas de significados ocultos que se alojan en distintos terrenos de nuestra psique de forma simultánea”. Lo hacen, añade, activando revelaciones y pequeños descubrimientos que minan aquellas definiciones que pensamos carentes de ambigüedad. “De la misma forma que el medio ambiente se convierte en parte de esta obra al protagonizar la erosión de la alfombra, quien se adentra en este espacio, quien contempla lo que ahí ocurre y atraviesa este umbral, es ya inevitablemente parte del enigma”.
A partir de diferentes cuestionamientos, y para sugerir otras ambigüedades, el artista ha utilizado la técnica del mandala o versiones de ella en otras obras: de manera previa, en Hamadryas Guatemalena Marmarice Mandala (OPA: Oficina de Proyectos de Arte, Guadalajara, 2007); y, posteriormente, en Jardín de piedras (Museo Tamayo, Ciudad de México, 2014), Naj Tunich (La Tallera, Cuernavaca, 2018) y en Actos de Dios (Pabellón de México, 58 edición de la Bienal de Venecia, 2019), entre otras.
Referencias:
https://eleco.unam.mx/expo/intemperie/
https://www.pablovargaslugo.net/hamadryas-guatemalena.html
https://www.pablovargaslugo.net/naj-tunich.html
https://www.pablovargaslugo.net/actos-de-dios.html
http://federicobartoliniartolico.blogspot.com/2014/10/gino-de-dominicis-una-fede-totale.html