Después de trabajar intensamente en los ámbitos de la arquitectura y el diseño, Eduardo Terrazas comenzó su práctica artística hacia inicios de los años setenta y a partir de la producción de obras seriadas. La serie Deconstrucción de una imagen plantea un estudio de la fragmentariedad y la unicidad, ambas situaciones implícitas en una imagen abstracta.
Elaboradas con lacas industriales y construidas a partir de maderas triangulares sobre bastidores, cada pieza puede conformar un plano vertical ortogonal a la manera de un cuadro tradicional, o bien, mostrarse separadas como una instalación bidimensional, a manera de un rompecabezas de siete u ocho formas triangulares de diversos tamaños, pero con una idéntica imagen.
El repertorio de variables que cada una tiene en el espacio y desde su posible deconstrucción, como señala su título, las hace distintas. A partir de su primera exhibición en el Palacio de Bellas Artes de Ciudad de México en 1972, el conjunto de estas obras se ha visto siempre distinto y cambiante, más allá de su rigor formal, casi minimalista. Estas piezas se instituyen desde una paradoja. Severas en su diseño, buscan por otra parte su liberación en el lugar donde se muestran.
Después de trabajar intensamente en los ámbitos de la arquitectura y el diseño, Eduardo Terrazas comenzó su práctica artística hacia inicios de los años setenta y a partir de la producción de obras seriadas. La serie Deconstrucción de una imagen plantea un estudio de la fragmentariedad y la unicidad, ambas situaciones implícitas en una imagen abstracta.
