Como integrante del No-Grupo, Maris Bustamante desarrolla una serie de trabajos en los que se pone de manifiesto todo su potente sentido del humor, tan irreverente como disruptivo. Uno de ellos es La patente del taco, trabajo de tipo conceptual o no objetual —si empleamos la terminología que el crítico de arte peruano Juan Acha acuña por entonces para describir este tipo de piezas— en donde la artista propone reconocer al taco como un alimento tradicional de la cocina mexicana. Busca con ello posicionarse críticamente ante la expropiación que cadenas extranjeras están realizando por entonces del alimento. La obra cuenta con un proceso que se inicia con la investigación que realiza Bustamante sobre la historia del taco, lo que la lleva a identificarlo en el Códice Sierra de 1551, ubicado en la Biblioteca del Museo Nacional de Antropología de México.
En un segundo momento, intenta patentarlo en la Dirección General de Derechos de Autor, y tras varias vicisitudes consigue que la directora de ese centro apruebe su pedido.
Finalmente, la obra se materializa a través de varios documentos, a saber: el Manifiesto de reconocimiento al taco, un enunciado visual —fotografía en blanco y negro de un taco realizada por Alfredo Núñez—, un enunciado literario con un sugerente juego de palabras que indica “el taco es un acto que toca” y tres cápsulas en donde se concentra la simbología del taco como elemento de penetración cultural, su secuestro y la misma patente.
Con todo ello, Bustamante defiende un símbolo cultural mexicano a la vez que se posiciona en contra de la apropiación cultural como parte del sistema capitalista imperante.
Como integrante del No-Grupo, Maris Bustamante desarrolla una serie de trabajos en los que se pone de manifiesto todo su potente sentido del humor, tan irreverente como disruptivo. Uno de ellos es La patente del taco, trabajo de tipo conceptual o no objetual —si empleamos la terminología que el crítico de arte peruano Juan Acha acuña por entonces para describir este tipo de piezas— en donde la artista propone reconocer al taco como un alimento tradicional de la cocina mexicana. Busca con ello posicionarse críticamente ante la expropiación que cadenas extranjeras están realizando por entonces del alimento. La obra cuenta con un proceso que se inicia con la investigación que realiza Bustamante sobre la historia del taco, lo que la lleva a identificarlo en el Códice Sierra de 1551, ubicado en la Biblioteca del Museo Nacional de Antropología de México.