En esta obra el artista modeló con gran cuidado una serpiente en posición espiral ascendente. Seguramente un guaje sirvió para hacer la sección central de la base, pues presenta un hundimiento característico de esos moldes naturales; desde la misma base, aun cuando no es visible al espectador, se distingue el volumen de la espiral, en juego con las agrupaciones de pequeñas formas triangulares distribuidas regularmente a lo largo de todo el cuerpo. Éstas fueron esgrafiadas o excavadas una vez que la pieza cerámica había sido cocida, de ahí el contraste de color con el resto de la superficie lisa y roja; es probable que figuren escamas según cierto esquema figurativo de la piel del ofidio.
En la cabeza semitriangular sobresalen los ojos y la nariz en relieve, y en especial el hocico entreabierto, en el cual no se marcaron colmillos, sino una dentadura pareja; puede suponerse que se figuró una serpiente no venenosa o culebra, que entre otros medios para capturar sus presas, enroscan el cuerpo para aprisionarlas. Los rasgos de la forma escultórica parecen remitir a cierto tipo específico de animal, que resulta difícil de identificar. El estilo Comala puede considerarse realista, aun cuando en sus cánones predomina la tendencia hacia la síntesis, tanto en el volumen como en el tratamiento cromático y de las texturas.
La intencionalidad del artista en esta imagen conjunta la representación de cierta variedad de serpiente y los valores simbólicos que la sociedad de su tiempo y entorno le atribuía; de modo predominante en Mesoamérica las serpientes se asociaron con el agua y su circulación. La serpiente que nos ocupa pudo, en efecto, contener algún líquido dado que es además una vasija: en uno de sus costados se proyecta una ancha abertura tubular, pintada de rojo más oscuro, que permite apreciar que el volumen es hueco. La forma helicoidal de la pieza evoca un remolino, plásticamente se expresa que el agua fluiría en espiral y brotaría por la vertedera. Con maestría el ceramista figuró un contenedor de agua en movimiento.
En el simbolismo de la obra participa de igual manera su ubicación; en este caso es muy probable que se hallara en una tumba de tiro y cámara como ofrenda mortuoria. En atención a este contexto localizado en el interior de la tierra es factible advertir que la serpiente alude directamente a un receptáculo de agua del inframundo, el estrato del cosmos en el que tiene su origen toda el agua. La imagen buscaría propiciar su tránsito hacia arriba.
En esta obra el artista modeló con gran cuidado una serpiente en posición espiral ascendente. Seguramente un guaje sirvió para hacer la sección central de la base, pues presenta un hundimiento característico de esos moldes naturales; desde la misma base, aun cuando no es visible al espectador, se distingue el volumen de la espiral, en juego con las agrupaciones de pequeñas formas triangulares distribuidas regularmente a lo largo de todo el cuerpo. Éstas fueron esgrafiadas o excavadas una vez que la pieza cerámica había sido cocida, de ahí el contraste de color con el resto de la superficie lisa y roja; es probable que figuren escamas según cierto esquema figurativo de la piel del ofidio.