Se ha perdido algo más de la mitad de la vasija, pero contamos con otro ejemplo bastante semejante que nos ayuda a entender cómo debió de ser esta pieza completa. Nos referimos a la pieza con registro 52 22 MA FA 57PJ 1546. Ambas son vasijas contemporáneas entre sí, de forma muy similar, y en las dos se utilizó la arcilla que produce el efecto plomizo. La vasija que ahora describimos destaca sin duda por su muy intenso y llamativo color naranja, y por tener un mucho más fino diseño de las formas de la cabeza. En la pieza 1546 se trata de un diseño sobre todo esgrafiado, con líneas irregulares. En la pieza fragmentada que ahora describimos las formas de la cabeza son redondeadas, con volumen, con un detalle de mayor naturalismo.
La vasija que aquí comentamos es mucho más brillante y el pulido de su superficie es más completo y terso. Pudiera ser que esta diferencia de acabado se deba también a las proporciones de minerales en la pasta arcillosa que se usó para el engobe. Se trata de una arcilla con altas concentraciones de hierro y óxido de aluminio, que al cocerse y secar exhibe esa apariencia, lógicamente metálica, que dio origen a su nombre.
Tipológicamente, ambas piezas corresponden con la misma idea. De hecho, la pieza 1546 también representa, en mi opinión, un venado, con su hocico inconfundible y sus largas patas. La pieza a la que nos referimos aquí tiene una curiosa pista, muy notable desde el punto de vista artístico, que es la colocación de unas pequeñas astas con la asimetría característica de los brotes del venado: unas astas más grandes habrían hecho la pieza frágil. También hubiera sido excesivamente delicada si las astas surgieran a cierta distancia de las orejas; así que el artesano optó por modelar las astas y las orejas pegadas en una misma forma.
Las vasijas de esta familia cerámica, la plomiza o plumbate, fueron muy típicas de la época tolteca, y se han encontrado en Tula, con iconografía tolteca, pero también en otros lugares. Se ha pensado, por lo tanto, que pudiera tratarse de un tipo de vasija de lujo bajo cierto control del imperio tolteca, ya sea porque los toltecas del valle de Méxio tenían control de enclaves remotos o, también, porque los pueblos de mercaderes que habían dado origen y orientación cultural al Estado tolteca tenían enclaves en el Soconusco y zonas aledañas.
Lo más probable es que este tipo de vasijas zoomorfas hayan sido exclusivamente de uso ritual, y es más probable que se usaran para presentar o servir líquidos que formaban parte de la ofrenda.
Se ha perdido algo más de la mitad de la vasija, pero contamos con otro ejemplo bastante semejante que nos ayuda a entender cómo debió de ser esta pieza completa. Nos referimos a la pieza con registro 52 22 MA FA 57PJ 1546. Ambas son vasijas contemporáneas entre sí, de forma muy similar, y en las dos se utilizó la arcilla que produce el efecto plomizo. La vasija que ahora describimos destaca sin duda por su muy intenso y llamativo color naranja, y por tener un mucho más fino diseño de las formas de la cabeza. En la pieza 1546 se trata de un diseño sobre todo esgrafiado, con líneas irregulares. En la pieza fragmentada que ahora describimos las formas de la cabeza son redondeadas, con volumen, con un detalle de mayor naturalismo.