Cultura | Teotihuacana |
Región | Altiplano Central |
Período | Clásico |
Año | 200-600 d.C. |
Período 9 | Clásico |
Año | 200-600 d.C. |
Técnica | Barro moldeado con engobe café, alisado y pulido, con calado. |
Medidas | 7 x 10.7 cm |
Ubicación | Bóveda Prehispánico |
No. registro | 52 22 MA FA 57PJ 178 |
Investigador |
Algunas piezas cerámicas prehispánicas, particularmente ciertas vasijas y platos, podían presentar soportes para sostenerse, de tal manera que el peso del recipiente en reposo se dividía entre el número de soportes presentes.
Estos podían ser de una inmensa variedad, incluyendo formas cilíndricas, piramidales, fitomorfas, zoomorfas, cónicas, antropomorfas o cuadrangulares, entre muchas otras de acuerdo con su similitud con otras formas geométricas o de la naturaleza. Además de esta enorme riqueza, los soportes también podían presentar una forma sólida o podían ser huecos. Estos elementos se adherían a la base de la vasija y se presentaba en números variables, oscilando entre dos y cinco, dependiendo del tamaño de la vasija.
El objeto que aquí nos ocupa es un soporte conocido como de “almena” por presentar una similitud con estas piezas, las cuales originalmente son de gran tamaño y se encuentran adosadas en la parte superior del edificio. Pese a la gran variedad de formas que presenta este elemento arquitectónico, la más común consiste en un rectángulo alargado en la parte inferior y uno más pequeño en la parte superior, ocurriendo en ocasiones que los extremos tienen una inclinación hacia adentro o hacia afuera. Asimismo, también podían representarse algunos animales, conchas u otros temas, los cuales generalmente tenían alguna connotación religiosa.
En el caso de los soportes, aquellos con forma de almena son comunes en cajetes, platos o bien en vasos trípodes, como los localizados en Teotihuacán. Estas piezas, ya fueran cajetes o vasos, se utilizaban como recipientes para líquidos u otras sustancias y generalmente se encontraban profusamente decoradas. En el caso del soporte, que se registra con el número 178 de la Colección del Museo Amparo, seguramente era parte de un objeto de carácter suntuario que pudo haber formado parte de un contexto funerario.
El soporte fue modelado en barro y adherido a la base de la pieza, acción que aún quedan vestigios de ello en la pieza. Fue alisado y posteriormente se le aplicó un engobe café claro, para terminar con un acabado pulido. Su forma corresponde a un trapecio invertido en la parte superior, y en la parte inferior se colocó un trapecio de menor tamaño. En el interior se pusieron distintas formas geométricas; encontrándose en el trapecio superior un círculo rodeado por dos cuadrados; mientras que en la forma inferior se encuentran dos triángulos flanqueando un triángulo invertido calado.
Este tipo de soportes era común encontrarlos en vasos con paredes rectas, las cuales tenían la superficie completamente estucada y se pintaban diseños con un gran colorido. De la decoración que debió tener la pieza, ya no queda nada y sólo basta imaginarnos la rica iconografía que pudo sostener este soporte y que hemos perdido para siempre.