Quizás más que del dios mismo, la imagen es la de un sacerdote ataviado con la piel de un sacrificado que personifica al dios conocido en náhuatl como Xipe Tótec, “nuestro señor desollado”. La piel sobrepuesta se ve con líneas negras que remiten a arrugas y al parecer presenta algunos cortes indicados por líneas pintadas en hombros y pecho, y relieves y salientes cónicos en los hombros y cerca de las rodillas, los cuales permiten suponer que la piel se colocó seccionada. Cubre desde el rostro y la mitad inferior de la cabeza -según se aprecia en la vista posterior- y llega hasta los pies; de tal modo, están sin revestir el ápice de la cabeza –ornamentada con grandes “peinetas” pintadas - y las manos; es justamente en el límite de las manos donde se advierte con mayor claridad el recubrimiento.
La imagen lleva implícito el sacrificio humano, un cuidadoso desollamiento y tal vez la guerra. Xipe Tótec es la deidad de la vegetación que renace; al vestir con la piel de la víctima sacrificada se simboliza la nueva corteza o piel de la tierra que se produce cíclicamente; entre los mexicas su fiesta se realizaba en el equinoccio de primavera.
Asimismo, en el ámbito mesoamericano Xipe Tótec es el patrono de los orfebres; este dato resulta muy interesante porque los portadores de la cultura El Chanal fueron metalurgistas; entre sus vestigios se han encontrado piezas de oro, plata y cobre. En este sentido, es factible que la gran nariguera que porta el individuo represente un objeto de metal. También es significativo que el adorno tenga la forma esquemática de una mariposa, un insecto que asimismo connota regeneración, pues se transforma de larva a un animal que vuela. Cabe la posibilidad de que el bezote circular figurado –el adorno bajo el labio inferior para cuya colocación debía perforarse la piel- también represente una pieza de metal, y que de este material hayan sido los pendientes que colgarían de los lóbulos de las orejas.
Otras divinidades que se encuentran en distintas expresiones del arte de El Chanal son Tláloc y Ehécatl.
Quizás más que del dios mismo, la imagen es la de un sacerdote ataviado con la piel de un sacrificado que personifica al dios conocido en náhuatl como Xipe Tótec, “nuestro señor desollado”. La piel sobrepuesta se ve con líneas negras que remiten a arrugas y al parecer presenta algunos cortes indicados por líneas pintadas en hombros y pecho, y relieves y salientes cónicos en los hombros y cerca de las rodillas, los cuales permiten suponer que la piel se colocó seccionada. Cubre desde el rostro y la mitad inferior de la cabeza -según se aprecia en la vista posterior- y llega hasta los pies; de tal modo, están sin revestir el ápice de la cabeza –ornamentada con grandes “peinetas” pintadas - y las manos; es justamente en el límite de las manos donde se advierte con mayor claridad el recubrimiento.