El México antiguo. Salas de Arte Prehispánico
Nobleza teotihuacana. Personaje con tocado, orejeras y collar | El México antiguo. Salas de Arte Prehispánico | Museo Amparo, Puebla
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Nobleza teotihuacana. Personaje con tocado, orejeras y collar

Cultura Teotihuacana
Región Ciudad de Teotihuacán
Período Clásico temprano
Período 9 Clásico temprano
Año 200-600 d.C.
Técnica

Barro modelado con aplicaciones al pastillaje

Ubicación Bóveda Prehispánico
No. registro 52 22 MA FA 57PJ 1310
Investigador

Los inicios de Teotihuacán pueden fijarse alrededor del año 150 d.C., y su conclusión alrededor del 900 d.C., cuando la ciudad emerge del temprano desarrollo que se llevó a cabo en la cuenca de México durante el Preclásico. La arqueología nos ha mostrado que su hegemonía en la región inicia con la erupción del volcán Xitle en 50 a.C., cuando la lava y las cenizas destruyen a su rival Cuicuilco, ubicado en el sur de la ciudad de México, y así su población abandona la región, y cuando llegan al valle de Teotihuacán personas de la región de Tlaxcala, le otorgan el impulso inicial que desemboca en lo que se estima ser la primera gran urbe de Mesoamérica, que dominó la región debido al control de una zona en la que se encontraban los yacimientos de obsidiana más importantes de la región.

Cuando las personas se trasladaron, los alfareros los acompañaron para fabricar los productos que se requerían para sus viviendas y, por ejemplo, continuaron fabricando cerámica tipo Cuicuilco, platos y vasos, vasijas y cuencos utilitarios. La producción de figurillas de barro también continuó y en ellas la temprana tradición alfarera persistió.

Hay que considerar que millones de figurillas fueron fabricadas y que durante el Clásico temprano se empezaron a fabricar en mayor número, algunas muy semejantes a nuestra pieza. Como nos lo explica Manuel Gamio (tomo I, láminas 90 y 92) al describir algunos ejemplos fragmentados que localizó en Teotihuacán, en estas figurillas tempranas destaca un modelado rústico y los rostros tienen los ojos representados por incisiones oblicuas; en ellas la mano del alfarero es evidente. Otros ejemplos que pertenecen a la colección de la Universidad de Yale y que sí están completos nos confirman las observaciones de nuestro agudo estudioso (Teotihuacán. Art from the City of the Gods, p.226).

Nuestra pequeña escultura de barro modelado nos habla de los inicios de Teotihuacán cuando se realizó la construcción de la Calzada de los Muertos, la Ciudadela y el Templo de Quetzalcóatl, y es una manera para conocer las actividades de los teotihuacanos. Posiblemente representa a una persona de relevancia, ya que se ha establecido que los portadores de este gran tocado eran importantes.

Este tipo de tocado es uno de las mayores insignias distintivas de las figurillas teotihuacanas, y los arqueólogos e historiadores del arte encuentran que tempranamente lo usaban las mujeres, que por lo general también vestían una suerte de capa y una larga falda, y que es más adelante cuando las figurillas masculinas empezaron a llevar este tocado, lo cual nos habla de un cambio en el estatus de individuos y del acomodo de las relaciones entre los géneros al interior de la vida religiosa y social en el Teotihuacán anterior a 400 d.C.  

Las figurillas modeladas se localizaron primordialmente en un contexto doméstico a manera de relleno entre pisos o entre los desechos y pocas veces ligadas a contextos funerarios, en los entierros, o como parte del culto oficial de Teotihuacán. Se propone que estas figurillas formaban parte y eran específicas del ritual que se llevaba a cabo en un contexto doméstico. Sin embargo, estamos ante interpretaciones que requieren de mayor evidencia, principalmente debido a que la mayoría de los ejemplos no poseen una procedencia determinada y se desconoce qué es lo que los teotihuacanos hacían con ellas, aunque en lo que sí coinciden los interesados y expertos es que no son representaciones de dioses ni de gobernantes, y estiman que es más posible que representen a miembros de la élite de la población teotihuacana.

Los inicios de Teotihuacán pueden fijarse alrededor del año 150 d.C., y su conclusión alrededor del 900 d.C., cuando la ciudad emerge del temprano desarrollo que se llevó a cabo en la cuenca de México durante el Preclásico. La arqueología nos ha mostrado que su hegemonía en la región inicia con la erupción del volcán Xitle en 50 a.C., cuando la lava y las cenizas destruyen a su rival Cuicuilco, ubicado en el sur de la ciudad de México, y así su población abandona la región, y cuando llegan al valle de Teotihuacán personas de la región de Tlaxcala, le otorgan el impulso inicial que desemboca en lo que se estima ser la primera gran urbe de Mesoamérica, que dominó la región debido al control de una zona en la que se encontraban los yacimientos de obsidiana más importantes de la región.

Obras de la sala

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