El tiempo en las cosas II. Salas de Arte Contemporáneo
Escultura votiva de un rostro descarnado | El tiempo en las cosas II. Salas de Arte Contemporáneo | Museo Amparo, Puebla
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Escultura votiva de un rostro descarnado

Cultura Cultura de El Tajín
Región Cuenca del Papaloapan
Período 3 Epiclásico
Período 4 Epiclásico
Año 600-900 d.C.
Técnica Piedra volcánica esculpida e incisa
No. registro 52 22 MA FA 57PJ 1262
Período Epiclásico
Medidas 17.6   x 15.6  x 12.2  cm
Ubicación Salas de Arte Contemporáneo. Piezas Prehispánicas
Investigador

Hachas, yugos y palmas, un complejo de esculturas de pequeño formato, mismas que encuentran sus más tempranos antecedentes en objetos de época olmeca, se extendieron por buena parte del sur de México durante el período Clásico. Asociadas con el juego ritual de la pelota, de enorme importancia en la civilización de El Tajín, para el siglo IX de nuestra era, están presentes en las selvas de Chiapas, en la Península de Yucatán y en varios sitios de Centroamérica.

Ligadas con el sacrificio humano y frecuentemente requeridas en las ceremonias funerarias celebradas en honor de aquellos individuos que en vida ocuparon posiciones destacadas en la sociedad, no sólo fueron preciados objetos de importación sino que también se reprodujeron localmente. Llaman particularmente la atención un grupo de sus imitaciones que quizá provienen de la cuenca del río Papaloapan.

La colección prehispánica del Museo Amparo es abundante en artefactos arqueológicos de esta región, una porción del territorio central veracruzano muy vulnerable en la segunda mitad del siglo pasado y cuyos objetos entraron con mucha facilidad en un circuito de antigüedades que inclusive los llevaría a varias ciudades del extranjero.

Es justo en esta época cuando se recupera una gran cantidad de hachas, yugos y palmas, piezas que ingresan a distintas colecciones públicas y privadas. De igual manera sucede con las figuras de barro del centro de Veracruz, en especial con aquellas procedentes de la Mixtequilla, una parte de la llanura costera bordeada por el río Papaloapan y donde se desarrolló una producción plástica a todas luces excepcional.

Aunque no es posible estar completamente seguro sobre la procedencia de las piezas que aquí nos ocupan, si existe una suerte de “maridaje”, de vínculo entre los artefactos de barro y esta clase particular de objetos de piedra que se originan en las tradiciones rituales propias de la civilización de El Tajín. En este caso, se observa un rostro tallado en basalto con las cavidades de los ojos vacías y la lengua que sale de una suerte de hocico. Podría, en efecto, tratarse de un animal pero la construcción del cráneo más revela su proximidad con la anatomía de los seres humanos. Una fina incisión recorre cada uno de los elementos que componen el rostro. La que bordea los ojos podría no ser prehispánica en su hechura, mucho más tenue, con aspecto casi de un “rayón”.

En suma, parece ser un cráneo pero hay en su representación un reborde que sigue la parte alta de la cabeza y que sin ser característica de hachas y palmas es en estas esculturas una particularidad que revela su fabricación en el centro de Veracruz. Esta suerte de “ceja” también puede observarse con claridad en la pieza con número de inventario 1261 del Museo Amparo y en muchas otras que actualmente se conservan en los principales museos de México.

Hachas, yugos y palmas, un complejo de esculturas de pequeño formato, mismas que encuentran sus más tempranos antecedentes en objetos de época olmeca, se extendieron por buena parte del sur de México durante el período Clásico. Asociadas con el juego ritual de la pelota, de enorme importancia en la civilización de El Tajín, para el siglo IX de nuestra era, están presentes en las selvas de Chiapas, en la Península de Yucatán y en varios sitios de Centroamérica.

Obras de la sala

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