Cultura | Tradición Mezcala |
Región | Cuenca media del Balsas |
Período | Preclásico tardío, Clásico tardío |
Año | 500 a.C.-900 d.C. |
Período 9 | Preclásico tardío, Clásico tardío |
Año | 500 a.C.-900 d.C. |
Técnica | Piedra desgastada e incisa |
Medidas | 4.7 x 16.4 x 1.5 cm |
Ubicación | Bóveda Prehispánico |
No. registro | 52 22 MA FA 57PJ 528 |
Investigador |
El repertorio funerario Mezcala tiene como centro la figura humana: imágenes de los difuntos y probablemente de algunos deudos acompañantes que escenificaban una reunión o una presencia vital en la sepultura, fuese para acompañar el cuerpo cuya alma estaba en proceso de viajar al mundo de los muertos, o incluso para servir como receptáculos provisionales para la esencia vital que no acababa de separarse de ese cuerpo. Además de las figuras humanas, formaron parte de ese repertorio funerario algunos animales y otros objetos.
Las piezas con número de registro 528, 970 y 987 tienen en común el hecho de cumplir una función utilitaria, además del sentido simbólico con el que pudieron haber sido incluidos en alguna tumba.
Esta pieza parece representar un lagarto, aunque desprovisto de patas. Se trata de un personaje muy importante en la religión mesoamericana: es el origen del mundo, el reptil del cual surgió la tierra y brotó después la vida; es el primer símbolo del calendario y el que ilustra simbólicamente la idea de la sucesión y cuenta del tiempo. Los nahuas lo llamaban cipactli. Esta figura tiene además una espalda serrada, formada por medio de acanaladuras que se realizaban con la fricción de una especie de segueta de cuerda, técnica muy común de la tradición Mezcala. El resultado es un artefacto que conocemos como rascador, que sirve para marcar el ritmo en algunos cantos y danzas. El rascador mesoamericano puede ser hueco, como el güiro, pero también puede carecer de caja de resonancia como este.