Las tres figurillas atestiguan una tradición milenaria en el cuidado de los recién nacidos para modelar la forma del cráneo: en una simple cuna probablemente con algún material ligero y algo flexible para facilitar el transporte, se inmovilizaba la criatura a la altura de la frente, del pecho y de los pies.
En el ejemplar más pequeño (603 3/3) queda pegado atrás el fragmento de una mano lo que nos indica que esta pieza formaba parte de un conjunto con una personaje femenino cargando la cuna sobre las rodillas (ver por ejemplo pieza 65) y así probablemente fue el caso para las otras dos cunas.
La pequeña cuna guarda rastro de la cubierta amarilla característica de la tradición de figurillas D de la fase Manantial de Tlatilco, lo que nos permite fecharla. Para el ejemplar de tamaño intermedio no tenemos indicio estilístico y cronológico claro para atribuirlo a una cultura particular, mientras que la mayor, tiene el contorno de la cara característico del arte teotihuacano, en cuyo caso la frente del niño quedó libre de amarre.
Las tres figurillas atestiguan una tradición milenaria en el cuidado de los recién nacidos para modelar la forma del cráneo: en una simple cuna probablemente con algún material ligero y algo flexible para facilitar el transporte, se inmovilizaba la criatura a la altura de la frente, del pecho y de los pies.