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Los condenados de la tierra / el mundo otro
Los condenados de la tierra es el título de un libro paradigmático del escritor martiniqueño Frantz Fanon publicado en 1961, donde reflexiona ampliamente sobre el colonialismo. El título transcribe el primer verso de La Internacional, himno por excelencia del movimiento obrero y revolucionario: ¡Arriba, parias de la tierra!
La frase es a su vez muy elocuente para describir el conjunto de obras reunidas en esta Galería, que cristalizan las interpretaciones de los artistas en torno a terribles contextos sociales y desde uno de los conflictos políticos más emblemáticos del siglo XX: la Revolución mexicana. Para José Clemente Orozco este acontecimiento supuso la revelación de un nuevo orden, donde las masas y el pueblo protagonizaron un sainete dramático y bárbaro: con estas palabras el pintor jalisciense describe en su autobiografía los cambios sociales de esos años revolucionarios.
Orozco dibuja los abusos del poder, el sufrimiento y las miserias humanas. Estos asuntos trascenderán la anécdota local para instituirse en el gran tema que atravesará practicamente la totalidad de su obra figurativa, inclusive en sus trabajos realizados en los Estados Unidos: el drama humano, la violencia física, cadáveres y humillaciones. Como ilustra el nombre de esta exposición y el título del libro de Fanon: Orozco expone la condición del condenado.
Por su parte, David Alfaro Siqueiros retrata igualmente la pobreza como una manifestación socialmente trágica, más allá de la referencia directa a los episodios revolucionarios. En algunas obras describe este tópico desde un dibujo preciso de gran fuerza psicológica, mientras que en otras, el trazo suelto y rotundo de largos brochazos define situaciones que reflejan la intensidad de los posicionamientos políticos de las masas obreras y revolucionarias.
Esta Galería recoge una notable selección de obras de José Clemente Orozco y David Alfaro Siqueiros: artistas emblemáticos de la Colección de Alvar Carrillo Gil. Ambos fueron sus amigos personales y de ellos atesoró un nutrido conjunto de trabajos. Conservó casi 170 obras del primero y alrededor de cincuenta notables piezas del segundo, actualmente en el acervo del Museo de Arte Carrillo Gil.
A este coleccionista yucateco le interesaron las obras de los artistas modernos mexicanos en donde se describe al país sin acentos folcloristas y que formalmente estuvieran en sintonía con las vanguardias europeas: referente insustituible del arte del siglo XX. En este sentido, para Orozco y Siqueiros, representar capítulos de la historia de México no sólo supone hacer la crónica visual de estos eventos, sino instituir la pintura y el dibujo como resultado de arriesgadas exploraciones formales.
Para los intelectuales modernos, el paisaje mexicano está muy ligado a la pobreza de sus habitantes, como si el suelo yermo y la naturaleza espinosa de los magueyes definieran el carácter miserable y violento de la vida humana en la tierra.
Esta visión del paisaje como condicionante de la conducta del hombre, derivada del positivismo filosófico del siglo XIX, se trasladó a buena parte de la producción artística del siglo XX; por esta razón, en esta Galería destacan escenas donde los pintores mexicanos José Clemente Orozco y David Alfaro Siqueiros retratan unas geografías desoladas, en donde hombres y mujeres deambulan como fantasmas.
Del mismo modo, las arquitecturas en estos escenarios son muy elocuentes de la violencia del hombre y otra manifestación de la condenación de la tierra. Orozco representa el espacio construido desde unos volúmenes muy simples y esquemáticos, de formas geométricas. Estas casas en el paisaje agreste están siendo arrasadas, con lo cual el artista refuerza la destrucción de los tiempos de revolución. Por su parte, Siqueiros describe un paisaje quemado y pétreo gracias al empleo de innovadores materiales como la piroxilina: una laca de usos industriales con la cual consiguió en sus pinturas acabados muy originales.
Los artistas reunidos en esta exposición y que encabezan la Colección Carrillo Gil dibujan un diáfano panorama del arte moderno mexicano entre la segunda década del siglo XX y hasta finales de los años sesenta. No es nada extraordinario recordar que esto es debido a la trascendencia del lugar que exponen estas obras, a su espíritu local y a su espacio simbólico en tanto representaciones del país.
Resulta interesante constatar cómo la Colección Carrillo Gil se mantiene entre dos ámbitos aparentemente opuestos: por un lado, destacan la revisión de la historia violenta de México que expone la obra gráfica de José Clemente Orozco y las tensiones que David Alfaro Siqueiros describe en sus representaciones de ámbitos políticos e históricos, esencialmente mexicanos. Por otro lado, se impone el ímpetu renovador y rupturista de las vanguardias europeas que se manifiestan en el excepcional conjunto de lienzos cubistas de Diego Rivera, así como en los artistas ligados a la abstracción, como Gunther Gerzso. Igualmente son muy interesantes los acercamientos a este lenguaje desde el género paisajista por parte de José Clemente Orozco y David Alfaro Siqueiros.
Frente a los escenarios terribles que se exponen en las Galerías 1 y 2, las obras en este espacio dan cuenta de otro mundo, de allí el título escogido para este núcleo de la exposición. A Carrillo Gil no le interesaron particularmente las aportaciones que Diego Rivera hiciera después de sus años en Europa entre 1911 y 1921, por el contrario, se sintió fascinado por su etapa cubista, distante de la retórica política de sus murales posteriores y de su figuración clasicista de raigambre local. Del mismo modo, frente a la obra socialmente comprometida de los artistas ligados al muralismo, contrasta la presencia de Gunther Gerzso. Un creador cuyo trabajo sedimenta las diversas abstracciones europeas y latinoamericanas: desde el espacialismo de ascendencia italiana, sus experimentos en los ámbitos del informalismo matérico y sobretodo su abstracción geométrica, que se alza como la más relevante obra de este pintor mexicano de ascendencia húngaro-alemana.
De este modo, el acervo del doctor Alvar Carrillo Gil expone las tensiones por las cuales discurrió la modernidad artística en México y Latinoamérica: un reto intelectual que consistió, desde la barbarie periférica, en intentar colmar el deseo por acceder a la cultura vanguardista europea. Es desde este lugar de conflicto entre lo local y lo universal (una dicotomía aparentemente superada), entre la condenación de la tierra y el otro mundo, donde se encuentra la esencia de esta colección.
Ángeles Alonso Espinosa l Curadora
José Clemente Orozco, David Alfaro Siqueiros, Gunther Gerzso, Diego Rivera l Artistas