Exposiciones

En torno a Chopin

22 de febrero de 1992 - 15 de marzo de 1992
Colecciones

En torno a Chopin

Las señales de la melancolía se refieren a un conjunto de propiedades o atributos que definen su naturaleza. Entre los elementos que interesan están la falta de motivación por todas las cosas; el abandono de sí mismo; el sentido de dolor que se acompaña de la textura de la nostalgia; la inseguridad de encontrar un sitio o contexto que proporcione identidad. Así, la melancolía es una fisura del ánimo donde no hay voluntad de ser siendo o hay voluntad de no ser siendo (uno no quisiera lo que vive pero lo vive o no vive lo que quisiera vivir). En la melancolía se vive un estado de muerte que se traduce en desapego de la vida y anhelo de desaparecer.

El romanticismo no sólo es un período en la historia del arte. Es sobre todo una actitud, una forma de vida: romper con los límites identificados con el dolor y el gozo de la naturaleza; sentirse parte de la totalidad o naturaleza que se expresa a través de uno mismo. Y, en ese sentido, el romántico se enamora si pone su vida en manos de otro; muere porque hay una vocación de confundirse con el todo; el romántico abriga recuerdos dolidos del pasado que no vuelve y alimenta su dolor por el sin sentido del presente; cree en el impulso creador hecho de chispazos e inspiración intuitivas (está siempre en vilo, tenso, desconfiado del cálculo frío de la razón para darle sitio de honor a los sentimientos). Así, las cosas, el romántico se sabe expresión del cosmos, identificación con el otro amando, producto del pasado muerto y sujeto de muerte que será pasado pronto; es un alma hecha sentimiento y racionalidad al servicio de pasiones descomunales: levanta obras desmesuradas.

Chopin es un símbolo de la dualidad melancolía-romanticismo porque en su vida hay un tejido de fisuras: su abandono hacia la muerte descuidándose (tema de la enfermedad); su identificación con la amante protectora y castrante que lo orilla a la soledad; su trama de creatividad incesante que se va apagando poco a poco y donde la razón musical está al servicio de sentimientos intensos; y es siempre, el hombre de las nostalgias donde la patria se parte dos: el París prerrevolucionario y en su tiempo derruido y Polonia siempre fiel pero distante. Su alma melancólica, como gana de ser no siendo, es afán de crear muriendo y de amar sufriendo. En ese contexto es romanticismo que levanta leyenda, obra monumental y heroísmo en el encuentro con la muerte desde donde deja ir su corazón para que una parte quede en Francia y otra en Polonia.

Proponemos que la dualidad chopaniana es original en su tiempo porque, a la vez que levanta una obra grandiosa y de gran empuje vital, invita dolidamente al abandono que, desde su vida, aparece por todos lados. Ese abandono está en su muerte; en su amor; en su tierra perdida; en el mundo de la gente a quien ama pero que no siempre está íntimamente vinculada con el hombre. Siempre solo y en comunidad; amado pero a solas en el mural de una enfermedad que apunta a la muerte.


Berta Taracena l Curadora

Jorge Herrera, Luis López Loza, Leonel Maciel, Enrique Luft Pavlata, Juan Soriano, Antonio Suárez, Vlady, Rodolfo Zanabria, Alberto David Zimbrón, Gilberto Aceves Navarro, Pedro Diego Alvarado, Jorge Alzaga, Gabriela de Antuñano, Alejandro Arango, Pedro Banda, Salvador Cruzado, Benjamín Domínguez, Manuel Felguerez l Artistas

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