Como ejemplo de retrato femenino el Museo Amparo cuenta, entre otros, con esta pieza que representa a una monja carmelita el día de su profesión, por lo que lleva la corona de flores, así como la vela que se usa en dicho rito, también adornada con flores y un pelícano, símbolo del amor. En el pecho el ave tiene a santa Teresa como doctora de la Iglesia. Una tablilla en la vela dice: “Esta llama y esta luz, manifiesta que has de ser, como cera para arder, fina en amor de Jesús”,[1] aludiendo a la virtud de entrega que deberá tener la religiosa.
La cartela de la parte inferior sufrió pérdidas pictóricas importantes, por lo que sólo se ha conservado parcialmente. El nombre de la monja es María Manuela de san Ignacio, fue natural del pueblo de Huauchinango (en la Sierra norte de Puebla) y nació en el año de 1755. Su retrato sigue las características de muchos ellos, hechos para conmemorar la profesión: la monja baja la mirada en señal de humildad, en tanto que ostenta orgullosa los adornos impuestos en su incorporación como reverenda de la comunidad a la que pertenece. Ejemplifica dignamente uno de los más gustados tipos de retratos femeninos desarrollados en la Nueva España.
1. Se actualizó la ortografía para facilitar su lectura.
Como ejemplo de retrato femenino el Museo Amparo cuenta, entre otros, con esta pieza que representa a una monja carmelita el día de su profesión, por lo que lleva la corona de flores, así como la vela que se usa en dicho rito, también adornada con flores y un pelícano, símbolo del amor. En el pecho el ave tiene a santa Teresa como doctora de la Iglesia. Una tablilla en la vela dice: “Esta llama y esta luz, manifiesta que has de ser, como cera para arder, fina en amor de Jesús”,
[1] aludiendo a la virtud de entrega que deberá tener la religiosa.