Región | Nueva España | Período 3 | Siglo XVIII |
Período 4 | Siglo XVIII |
Año | Ca. 1750 |
Técnica | Plata en su color, fundida y torneada |
No. registro | VS.AU.026 |
Período | Siglo XVIII |
Medidas |
Alto: 22.4 cm; diámetro en el pie: 13.1 cm; diámetro en la copa: 8.3 cm |
Investigador |
Dio este calis A esta paroqui. El Sr. Cura Dn. Buenabentura Arias
Cáliz liso con pie circular cónico y elevado constituido por un cuerpo de perfil ligeramente cóncavo-convexo entre plataformas planas, seguido por un estrangulamiento y un grueso toro bulboso que, tras un pequeño escalonamiento en talud, da paso a un gollete troncocónico. Un plato saliente lo divide del astil balaustral, con nudo ajarronado de pera invertida y cuello bulboso terminado en doble escocia. Copa acampanada de perfil sinuoso cóncavo-convexo partida en dos por filete saliente.
Su tipo se encuadra dentro de un modelo de cáliz, definido básicamente por los perfiles ondulantes y redondeados y astil compuesto por dos piezas piriformes contrapuestas, que se puso de moda en Nueva España durante el segundo cuarto del siglo XVIII, antes del triunfo definitivo de las formas facetadas y mixtilíneas que acabarán por imponerse a partir de 1750-1760.
Cubierto generalmente por densa ornamentación naturalista relevada, el modelo fue cultivado tanto en las platerías de la corte virreinal como en las de Puebla de los Ángeles. Repite así –prescindiendo de la decoración– la misma estructura y disposición de cuerpos que, por ejemplo, el cáliz de Castañares de Rioja (La Rioja), realizado en México entre 1732 y 1759.[1] De acuerdo, pues, a estas características, el acampanamiento y la elevación del pie, así como sus analogías con un copón del Museo Franz Mayer de México, con el mismo tipo de pie y astil; el cáliz de la iglesia de Arróniz (Navarra)[2] y sobre todo el de Los Silos (Tenerife), ambos lisos y sin decoración y marcados en Ciudad de México por el ensayador mayor Diego González de la Cueva en torno a 1750-1760, aconsejan proponerle una cronología similar en torno a la mitad del Setecientos.
La inscripción grabada en el interior del pie alude a su donación por el cura Buenaventura Arias a su parroquia, cuyo nombre se omite. Párroco del pueblo de Calimaya –situado al suroeste del Estado de México–, por negarse a servir a la insurgencia durante la guerra de Independencia terminó preso en Tenango en 1814.[3] Es probable que este cáliz haya pertenecido así a la iglesia de ese pueblo.
Se trata de una obra de correcta ejecución, cuya belleza estriba en el pulimento de las superficies y en el juego de líneas cóncavas, convexas y escalonadas.
[1]. Sánchez Trujillano, 1992: pp. 50-51, nº 13.
[2]. Heredia Moreno y Orbe Sivatte, 1992: p. 93-94, nº 47.
[3]. Ortiz Escamilla, 2002: p. 212.
Fuentes:
Heredia Moreno y Asunción, María del Carmen, y Mercedes de Orbe Sivatte, Arte Hispanoamericano en Navarra. Plata, pintura y escultura, Pamplona, Gobierno de Navarra, 1992.
Ortiz Escamilla, Juan, “De la subversión clerical al autoritarismo militar o de cómo el clero perdió sus privilegios durante la guerra civil de 1810”, en Las guerras de independencia en la América española, Marta Terán y José Antonio Serrano Ortega (Editores), México, El Colegio de Michoacán, Universidad Michoacana de San Nicolás de Hidalgo, Instituto Nacional de Antropología e Historia, 2002, pp. 205-215.
Sánchez Trujillano, María Teresa, Platería hispanoamericana en la Rioja, Logroño, Gobierno de La Rioja, 1992.