El estilo, la cultura y la época de una vasija u otra pieza de cerámica no se reconocen exclusivamente por las características de la decoración, sino por una suma de factores. El “tipo” es uno de esos factores; en este caso, por ejemplo, tenemos una vasija que está formada por dos conos huecos yuxtapuestos, y se trata de una solución de un tipo de objeto característico del Posclásico tardío y en especial de la tradición Mixteca-Puebla en la Meseta central. Estas copas solían estar decoradas con tres o más colores: por lo menos negro, azul (tipo maya o turquesa), rojo. Y el tema habitual en ellas es sacrificial: cráneos, huesos, pedernales, corazones, manos cortadas, sangre, y elementos nocturnos.
Esta pieza parece concebida bajo los mismos criterios artísticos que las copas Mixteca-Puebla y sin embargo plantea fuertes interrogantes. El artesano escogió como fondo el rojo, en vez del blanco, lo cual es común en la cerámica tradicional de Cholula y en varias localidades del Valle de México. Y el diseño fue realizado en negro sin el complemento de ningún otro color. Si la tipología del objeto y la firmeza del trazo no correspondieran a la tradición Mixteca-Puebla, podríamos situarla como una cerámica de la Meseta central del Posclásico tardío.
La iconografía de esta copa es muy simple. Tiene dos divisiones verticales y algunas franjas horizontales, similares a las de otras copas. Una de estas franjas cuenta con numerosas rayitas que se levantan, como si fuera pasto erizado. Al final del renglón la franja se curva sobre sí misma hasta formar un círculo, dentro del cual se aprecia lo que parece ser una esquemática carita. En las convenciones mesoamericanas, una línea que se curva suele equivaler a una ondulación del agua o de otro líquido, como la sangre. Las pequeñas rayitas podrían interpretarse como las crestas de ese líquido que fluye, más aún considerando que son más gruesas en su base que en su cúspide, como las olas de un líquido en movimiento.
Tendríamos que contar con un estudio más detallado de los posibles contextos de uso de este tipo de copas para saber si todas ellas son de uso ceremonial y están ligadas al sacrificio humano y a los autosacrificios generadores de la sangre para ofrendas, o si se empleaban también en contextos palaciegos, desvinculadas de las ofrendas religiosas. Por el momento, los indicios más firmes apuntan a un uso sacrificial de este tipo de recipientes, aunque en este caso la iconografía no lo establezca con claridad.
El estilo, la cultura y la época de una vasija u otra pieza de cerámica no se reconocen exclusivamente por las características de la decoración, sino por una suma de factores. El “tipo” es uno de esos factores; en este caso, por ejemplo, tenemos una vasija que está formada por dos conos huecos yuxtapuestos, y se trata de una solución de un tipo de objeto característico del Posclásico tardío y en especial de la tradición Mixteca-Puebla en la Meseta central. Estas copas solían estar decoradas con tres o más colores: por lo menos negro, azul (tipo maya o turquesa), rojo. Y el tema habitual en ellas es sacrificial: cráneos, huesos, pedernales, corazones, manos cortadas, sangre, y elementos nocturnos.