Cultura | Maya |
Región | Región del Petén |
Período | Clásico tardío |
Año | 600-909 d.C. |
Período 9 | Clásico tardío |
Año | 600-909 d.C. |
Técnica | Barro modelado con técnica de enrollado, con engobe y pintura |
Medidas |
16 x 15.4 cm (diámetro) |
Ubicación | Sala 5. Lenguaje y escritura |
No. registro | 52 22 MA FA 57PJ 1382 |
Investigador (es) |
Vaso trípode de procedencia desconocida, aunque por el estilo y la técnica podría atribuirse a la región de Petén; muestra una escena de corte que reproduce a cuatro personajes enfrentados dos a dos. Predominan los colores de las gamas rojos y naranjas, le sigue el blanco y el negro, éste último siempre era empleado para delimitar los contornos, pero en este caso también fue aplicado como fondo, pese a que casi no se advierta. El borde superior y el inferior están remarcados en rojo, delimitando el espacio dedicado a la escena; bajo el borde superior, una banda negra contiene el texto glífico.
La escena principal representa a un alto gobernante recibiendo mantas de algodón de otro dignatario, posiblemente un vasallo o rey subordinado. En el arte maya el personaje sentado a la derecha era siempre el principal de la escena. El gobernante está sentado en posición oriental con el cuerpo de frente y la cabeza de perfil; su tocado, mucho más elaborado que el de su vasallo, está formado por un rostro de nariz prominente y larga con un espejo en la frente, tal vez el dios K’awiil, el cual está adornado por plumas.
El estandarte blanco que hay entre ambos, así como sus manos, que parecen que bailasen sobre el fondo blanco del estandarte, son las que dan movimiento a la escena y las que centran la mirada del espectador. Sin duda, la posición de las manos trasmitía una información que sirvió de lenguaje visual, el cual debió estar bien entendido durante el Clásico, sin embargo en la actualidad son cuestiones semánticas que se nos escapan. En la parte posterior del gobernante se desarrolla otra escena con otros dos personajes sentados de perfil enfrentados cara a cara.
El texto que recorre el borde superior del vaso no se trata de un texto coherente, sino de una secuencia de palabras aparentemente inconexas, si bien algunas se relacionan semánticamente, como por ejemplo, ‘el lector’ o ‘el contador, el escriba’ y ‘hombre sabio’, o bien ‘madre’ e ‘hijo de mujer’. Algunos de estos desciframientos no son cien por cierto seguros, debido a que en su mayoría tampoco se trata de jeroglíficos ortodoxos, sino de grafías que se les aproximan (conocidas como pseudoglifos). Por otra parte, en estos textos encontramos algunas convenciones de abreviación o composición de palabras extrañas o muy poco frecuentes. En síntesis, no estamos ante un texto maya como tal, sino que se trata de una especie de pseudo-texto cuya función aparentemente era más bien decorativa.