La pieza corresponde a lo que en términos arqueológicos se le conoce como una miniatura en forma de botellón. Este artefacto de pequeñas dimensiones fue manufacturado con un tipo de arcilla rojiza con poco desgrasante perceptible a la vista. Fue elaborado mediante la técnica de modelado manual, lo que tomando en cuenta el pequeño tamaño evidencia un manejo destacado de la arcilla por parte del o la alfarera que lo realizó.
Presenta sobre su parte media seis protuberancias hechas también mediante modelado, en la etapa de pre-cocción. Tiene un cuello alargado hacia la parte de arriba y la boca o abertura cuenta con bordes redondeados. Como se mencionó ya la forma del objeto corresponde a un botellón, es decir, un objeto diseñado para contener algún tipo de líquido, ya sea agua o algún otro. A simple vista carece de cualquier tipo de decoración pintada, incisa o acanalada o pintada.
Este artefacto por sus características formales y estilística se puede ubicar dentro del complejo alfarero de la gran urbe de Teotihuacán, asentamiento que tuvo su gran apogeo a partir del tercer siglo de la era cristiana. Esta ciudad constituyó por si misma uno de los puntos más altos del desarrollo cultural de Mesoamérica. Su complejidad sociopolítica y su alto nivel de desarrollo cultural irradiaron e influenciaron hacia todos los rincones del México antiguo.
Algunos autores como el gran arqueólogo Eduardo Noguera en sus clásicos estudios sobre cerámica mesoamericana han sugerido, con base a otros autores, que este tipo de artefactos miniatura han estado presentes en la gran urbe desde sus inicios y que pudieron haber sido elaborados con fines lúdicos, es decir, como juguetes para los niños y niñas del periodo Clásico teotihuacano. Las miniaturas además han sido localizadas en otros rincones de Mesoamérica en contextos funerarios, en maquetas y como ofrendas, lo que desde luego no excluye la interpretación de Noguera para el caso teotihuacano.
Lo anterior evidencia los múltiples contextos arqueológicos de donde provienen este tipo de piezas, y si además sumamos para este caso particular, el aspecto doméstico y cotidiano de la pieza (un botellón) podemos darnos cuenta del perfil del artefacto que innegablemente estaba pensado para representar una faceta de la vida cotidiana.
La pieza corresponde a lo que en términos arqueológicos se le conoce como una miniatura en forma de botellón. Este artefacto de pequeñas dimensiones fue manufacturado con un tipo de arcilla rojiza con poco desgrasante perceptible a la vista. Fue elaborado mediante la técnica de modelado manual, lo que tomando en cuenta el pequeño tamaño evidencia un manejo destacado de la arcilla por parte del o la alfarera que lo realizó.