La pieza es una figurilla hecha de barro. Se trata de la representación de un personaje, al parecer de un hombre. Únicamente se observa la efigie o rostro del individuo. Su estado de conservación es regular, pues se halla muy erosionada y con algunas partes del rostro rotas.
Se observa que esta unidad fue hecha con una arcilla café claro compacta, con pocos desgrasantes, es decir, materiales minerales o vegetales que servía para darle consistencia al barro. Solamente se conserva el rostro del personaje, en donde se percibe la representación de sus ojos semiabiertos, similares a lo que se suele llamar ojos tipo “grano de café”. Se aprecia su nariz y boca también semiabierta con la presencia de dos pequeños orificios circulares, donde quizás tenía colocados algún tipo de objeto que se ha perdido. En su frente se advierte la representación de dos elementos geométricos en forma ondulada.
Ese tipo de figurillas, aunque con algunas diferencias formales no remite a la tradición cultural de las antiguas sociedades clásicas de la costa del golfo de México, asentadas en lo que actualmente corresponde al centro del estado de Veracruz. Ahí, por ejemplo, durante los primeros siglos de la era cristiana se desarrolló una notable tradición alfarera y un corpus de figurillas que en la arqueología mesoamericana se denominan “caritas sonrientes”.
Esas piezas que han sido utilizadas como un marcador o distintivo para el estudio de las sociedades clásicas de la costa central de Veracruz, han sido encontradas en diversos contextos, destacando entre ellos los funerarios, asociadas a entierros humanos.
Se ha propuesto que la profusa iconografía en esas figurillas se puede asociar a diversos elementos. Los rasgos geométricos ondulados también presentes en el complejo de “figurillas sonrientes” que muestra la figurilla aquí descrita se han interpretado de diversas maneras, asociadas por un lado a la cola de monos o a la denominada vírgula de la palabra (muy presente en los códices prehispánicos y coloniales del centro de México), que en la tradición cultural mesoamericana se relaciona con la comunicación humana y con la palabra hablada. Dicho elemento se ha asociado también con el viento, las corrientes de aire y la lluvia. Igualmente se ha relacionado a todo ese imaginario con el aliento divino, motivador de la vida, característica del dios Ehécatl como advocación de Quetzalcóatl.
Estas interpretaciones se refuerzan notablemente si tomamos en cuenta la indómita geografía y naturaleza del Centro de Veracruz. La coexistencia en su vida diaria de los antiguos pobladores de la Costa del Golfo con fenómenos climáticos como huracanes, lluvias y vehementes vientos o “nortes” debieron motivar un notable imaginario social, mitos e imágenes que aludía a esos persistentes fenómenos con lo que cohabitaban los antiguos veracruzanos, de lo cual surgió la necesidad de plasmarlos en los artefactos de su cultura material.
La pieza es una figurilla hecha de barro. Se trata de la representación de un personaje, al parecer de un hombre. Únicamente se observa la efigie o rostro del individuo. Su estado de conservación es regular, pues se halla muy erosionada y con algunas partes del rostro rotas.