La cultura Tlatilco, ubicada en el Altiplano Central de México, es contemporánea a la olmeca de la Costa del Golfo, en la zona del actual sur de Veracruz y el poniente de Tabasco. La obra en la centramos nuestra atención, testimonia rasgos típicos del arte de la sociedad tlatilquense, así como sus vínculos con la esfera olmeca, en el marco de la intensa movilidad e historia conjunta de los pueblos de Mesoamérica.
Su manufactura hueca, la cabeza grande, las extremidades robustas y cortas, así como la posición sedente con las piernas notablemente extendidas a los lados y la manos –en este caso insinuadas- sobre los muslos, recuerdan a las conocidas como “cara de bebé” o “baby face”, una modalidad estilística de escultura cerámica olmeca, que fue imitada en localidades del Centro de México, entre ellas las tlatilquenses de Gualupita, en Morelos, Tlapacoya-Zohapilco y Tlatilco, en el Estado de México.
Del último sitio, localizado en el actual municipio de Naucalpan de Juárez, deriva la denominación de la cultura que tuvo su auge del 1400 al 900 antes de nuestra era. De ahí proceden varias estatuillas del tipo “cara de niño” con decidida filiación estilística olmeca, tal como lo delata la superficie cubierta con engobe blanco y los rostros con labios resaltados y con las comisuras hacia abajo. La sociedad tlatilquense asimismo plasmó en su alfarería –vasos, botellones, entre otros recipientes- motivos de estilo e iconografía olmeca, como el reptil mítico con cejas flamígeras, y rostros felinos humanizados de perfil, a veces con la parte posterior de la cabeza bifurcada.
Esta obra en la colección custodiada por el Museo Amparo se inscribe en la modalidad del arte escultórico tlatilquense llamada D3, cuyos atributos son la estructura hueca, el tocado corto ajustado, los ojos y la boca con perforaciones centrales, la fina nariz triangular y sin fosas, los senos pequeños, el torso cilíndrico, el ombligo calado, y la superficie con engobe rojo y pulida, de acuerdo con rasgos de esa modalidad enlistados por Jean Pierre Laporte. Se añade una característica común en las variantes de escultura de Tlatilco: la ausencia o simplificación de manos y pies.
Dadas las estrechas interacciones en el orden económico, político, social, religioso, ritual, artístico, entre las regiones del Altiplano Central de México y Costa del Golfo durante el Preclásico medio, no sorprende que se crearan imágenes, como ésta, que fusionan rasgos de ambas tradiciones plásticas y evidencian creencias y prácticas rituales compartidas referentes al culto de infantes.
En el arte de Tlatilco predomina la representación femenina en desnudos sin detalle de genitales, mientras que las figuras masculinas llevan atuendos, no obstante, considero que en este caso los senos mínimamente abultados no indican que la imagen que vemos sea la de una mujer; conjeturo que se trata de un infante, en términos genéricos.
Visto de perfil es notable la modificación craneana tabular erecta, así como una aplicación circular con hendiduras cortas verticales parecido a una borla o mechón, el cual cuelga de una especie de gorra con ondulaciones en la parte superior, que acaso represente cabello; igualmente se adorna con orejeras circulares.