El México antiguo. Salas de Arte Prehispánico
Cajete de paredes ondulantes | El México antiguo. Salas de Arte Prehispánico | Museo Amparo, Puebla
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Cajete de paredes ondulantes

Período Clásico temprano
Período 9 Clásico temprano
Año 200-500 d.C.
Técnica

Barro modelado con líneas incisas y engobes

Medidas 3.4   x 8.7  x 5.5  cm
Ubicación Bóveda Prehispánico
No. registro 52 22 MA FA 57PJ 194
Investigador

Se trata de un recipiente muy pequeño, para sujetarse entre los dedos, que adopta una forma arriñonada, como si fuera la silueta de un frijol. La pared de trayectoria cóncava tiene además un pliegue hacia dentro, una hendidura o abolladura producida cuando el modelado de la vasija casi había concluido y las paredes estaban aún suficientemente blandas, flexibles. El fondo de la vasija es bastante plano pero no liso; esta pieza se distingue por haber recibido un tratamiento de rayas rasguñadas en el fondo, similar al que se practicaba en los molcajetes pero de diseño distinto, pues mientras aquellos suelen tener una cuadrícula o red, esta vasija forma cuatro cuartos, cada uno de los cuales tiene un diseño perpendicular al otro. Así se forma lo que parece una trama de cestería, como la base de un canasto tejido con otate. Semejante evocación de la cestería en el diseño de una obra de cerámica ocurre varias veces en obras de diferentes épocas.

La idea de la abolladura en las paredes aún frescas de la vasija, un recurso que se puede considerar bastante audaz o genial, se originó en el Preclásico medio en el valle de México. Sin embargo, la pieza que nos ocupa carece de la finura en los engobes propia de aquella época; es más bien rústica en la definición de sus paredes, que son bastante gruesas, algo toscas.

En cuanto al acabado de la vasija, tal parece que, una vez doblada y rasguñada, y ligeramente alisada en sus bordes, recibió un engobe de color rojo, mismo que fue cubierto por otro de color negro. Acaso la base de rojo tenía solamente una función de sellado, pues parece que la intención original fue cubrirla completamente de negro. Sólo el roce del uso y el paso del tiempo parecen haber dejado aflorar el rojo subyacente.

Por el grosor de sus paredes y las características del color, se ha sugerido que esta vasija fuese del periodo Clásico. Nos inclinamos a aceptar esta versión, pues en efecto hay una gran distancia con respecto a piezas con diseños similares producidas en el Preclásico.

Se trata de un recipiente muy pequeño, para sujetarse entre los dedos, que adopta una forma arriñonada, como si fuera la silueta de un frijol. La pared de trayectoria cóncava tiene además un pliegue hacia dentro, una hendidura o abolladura producida cuando el modelado de la vasija casi había concluido y las paredes estaban aún suficientemente blandas, flexibles. El fondo de la vasija es bastante plano pero no liso; esta pieza se distingue por haber recibido un tratamiento de rayas rasguñadas en el fondo, similar al que se practicaba en los molcajetes pero de diseño distinto, pues mientras aquellos suelen tener una cuadrícula o red, esta vasija forma cuatro cuartos, cada uno de los cuales tiene un diseño perpendicular al otro. Así se forma lo que parece una trama de cestería, como la base de un canasto tejido con otate. Semejante evocación de la cestería en el diseño de una obra de cerámica ocurre varias veces en obras de diferentes épocas.

Obras de la sala

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