Las figurillas sólidas elaboradas durante el periodo Preclásico en Mesoamérica comparten características distintivas. Estas pequeñas representaciones, que generalmente no superan el tamaño de una mano, se destacan por su énfasis en las caderas y el rostro, así como por el detallado trabajo de pastillaje utilizado para crear los rasgos y elementos específicos de cada figura.
Esta pieza representa a una mujer sosteniendo a una niña en sus brazos. La forma de la cabeza es rectangular, con rasgos faciales definidos. Los ojos, de forma rasgada, y la boca, de forma ovalada, se destacan mediante pequeñas tiras de barro colocadas al pastillaje que delinean su contorno. Las cejas son rectas y ligeramente inclinadas, uniéndose en el centro de la frente. En esa misma zona se encuentra una nariz triangular que completa los rasgos faciales.
Un detalle interesante es la representación de los dientes en la boca de la figura. Para simularlos, se realizaron tres perforaciones en el área correspondiente. Esta técnica muestra la atención al detalle y el esfuerzo por representar elementos anatómicos específicos.
En la cabeza de la mujer se aprecia la presencia de un gorro de media esfera, el cual está adornado con incisiones de puntos en toda su superficie. Además, se utilizaron pequeñas líneas en las orillas para recrear la textura del material.
En la parte posterior de la cabeza, se observan dos grandes tiras con forma de gotas que representan el cabello de la mujer. Estas tiras dan una apariencia voluminosa y enfatizan el aspecto estilizado del peinado.
A los lados de la cabeza se encuentran colocados dos pequeños círculos, los cuales tienen una perforación en el centro. Estos elementos representan las orejeras, que eran adornos comunes en las culturas mesoamericanas.
La cabeza de la figura se une al cuerpo a través de un delgado cuello, lo que crea una transición suave entre ambas partes. A partir de ahí, el torso muestra una forma característica: se ensancha en la zona de los hombros, luego se reduce de tamaño por debajo de los pechos y vuelve a ensancharse a la altura del vientre, el cual tiene una forma esférica.
En la parte inferior del vientre, se puede apreciar una pequeña perforación que representa el ombligo. Además, en el pecho se encuentra un círculo realizado al pastillaje que representa un pezón.
En el lado izquierdo de la figura, donde la mujer carga a la niña, no se puede apreciar claramente la forma del cuerpo debido a la posición y la presencia de la infante. Sin embargo, se puede observar que del brazo de la mujer emerge una pequeña tira de barro que se aplana en la parte final, simulando la forma de los dedos. Estos detalles incisos resaltan la representación de la extremidad y dan una apariencia más realista.
La niña, inclinada hacia la mujer, muestra rasgos similares en cuanto a la representación de los ojos y la boca. Estos son ovalados y ligeramente alargados en sus extremos. Se utiliza un pequeño orificio para marcar el iris y los dientes del infante, y se enfatizan estos rasgos con una tira de barro colocada al pastillaje, que aporta textura y definición a la representación facial.
Aunque la nariz de la niña debió ser triangular, lamentablemente se encuentra fracturada y carece de cejas, lo que dificulta su identificación precisa.
El tocado de la figura se logra excavando parte del barro en la frente de la imagen, dejando una banda central similar a un mohawk. Para crear textura en este peinado, se han colocado pequeñas líneas incisas.
Los brazos del niño son de tamaño reducido y presentan pequeñas líneas incisas en sus extremos para representar las manos. Uno de los brazos del niño se coloca al lado del pezón de la mujer, mientras que el otro brazo abraza su espalda. Estos detalles añaden una sensación de conexión y ternura entre la mujer y el niño, resaltando el vínculo materno-filial que se representa en la escena.
La pieza carece de las piernas de la mujer, así como del brazo derecho y las extremidades inferiores del niño. No obstante, se puede deducir que originalmente estaba decorada con una capa de pintura amarilla, al igual que otras obras procedentes de Tlatilco y Tlapacoya. A pesar de estas deficiencias, es evidente su estrecha relación con la fertilidad y, en particular, con la representación de la procreación humana, un aspecto fundamental para la continuidad y supervivencia de la comunidad. Aunque faltan algunas partes, esta figurilla nos brinda una valiosa visión de las creencias y prácticas relacionadas con la reproducción y la maternidad en las culturas del Preclásico.