El México antiguo. Salas de Arte Prehispánico
Figurillas femeninas | El México antiguo. Salas de Arte Prehispánico | Museo Amparo, Puebla
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Figurillas femeninas

Región Valle de México
Período Preclásico medio
Período 9 Preclásico medio
Año 1200-500 a.C.
Técnica

Barro modelado con pastillaje e incisiones

Piezas por lote 2
Medidas

21.4 x 15.5 x 9.8 cm | 20 x 13 x 8.3 cm

Ubicación Bóveda Prehispánico
No. registro 52 22 MA FA 57PJ 316
Investigador

El periodo Preclásico desempeñó un papel crucial en el desarrollo de las culturas mesoamericanas. Alrededor del 2500 a.C., se produjo la sedentarización de las comunidades y las personas se establecieron en aldeas. Durante esta etapa temprana, se crearon numerosas figurillas de barro que representaban principalmente figuras femeninas realizando diversas actividades cotidianas. Sin embargo, alrededor del 1400 a.C., ocurrió otro cambio significativo en el interior de estas aldeas, ya que surgieron jerarquías sociales, con grupos que ejercían el poder y se encargaban de los asuntos políticos y religiosos de las comunidades. Este poderío de un sector de la sociedad se manifestó de una manera distintiva a través del estilo artístico conocido como olmeca, caracterizado por rostros robustos y expresiones enérgicas. Este estilo reflejaba la representación visual del poder y la autoridad en estas sociedades preclásicas.

Estas dos figurillas femeninas de cerámica reflejan la transición entre las sociedades aldeanas igualitarias y el surgimiento de la jerarquía social. Estas figurillas se encuentran sentadas con las piernas extendidas, proyectando una sensación de poder. Sus piernas tienen forma cónica con pequeñas dobleces en los extremos para simular los pies. El cuerpo se adelgaza en el vientre y se ensancha en la región del pecho, donde se representan los senos con pequeños volúmenes. Destacan los hombros, que transmiten una sensación de monumentalidad, y de ellos emergen dos pequeñas tiras de barro que representan los brazos y reposan sobre los muslos. El cuello es grueso y se une a una cabeza rectangular y con esta misma forma se simbolizan las orejas. El rostro es sencillo, con ojos y boca delineados mediante pequeñas incisiones curvas, un mentón marcado y una nariz ligeramente proyectada hacia afuera. El tocado consiste en una tira de barro trenzada en la parte frontal.

Las dos piezas presentan evidencias de haber estado pintadas. Es probable que se haya utilizado barro de color anaranjado como base, sobre el cual se aplicó un color amarillo que cubría toda la superficie de las figurillas. Sin embargo, en algunas áreas esta capa de pintura se ha desgastado o caído. El color amarillo tiene una gran relevancia, ya que se asociaba con lo femenino y la fertilidad en la simbología mesoamericana.

Es interesante destacar la coexistencia de dos tradiciones en estas piezas. Por un lado, se representa una postura de poder que evoca jerarquía, pero el material utilizado y la forma de las figurillas se asemejan más a las sociedades aldeanas. Además, se puede observar el ensanchamiento de las caderas, característico de las primeras representaciones, pero contrasta con los hombros prominentes, reflejando el interés por la fertilidad y la necesidad de resaltar la jerarquía de los personajes. Por último, las facciones del rostro no muestran la rudeza y expresividad típica del estilo olmeca, ni tampoco reflejan la serenidad y tranquilidad de las manifestaciones más tempranas. En cambio, se percibe una tradición aldeana que comienza a apropiarse de las formas de representación del poder, las cuales se volverán comunes alrededor del año 1000 a.C.

El periodo Preclásico desempeñó un papel crucial en el desarrollo de las culturas mesoamericanas. Alrededor del 2500 a.C., se produjo la sedentarización de las comunidades y las personas se establecieron en aldeas. Durante esta etapa temprana, se crearon numerosas figurillas de barro que representaban principalmente figuras femeninas realizando diversas actividades cotidianas. Sin embargo, alrededor del 1400 a.C., ocurrió otro cambio significativo en el interior de estas aldeas, ya que surgieron jerarquías sociales, con grupos que ejercían el poder y se encargaban de los asuntos políticos y religiosos de las comunidades. Este poderío de un sector de la sociedad se manifestó de una manera distintiva a través del estilo artístico conocido como olmeca, caracterizado por rostros robustos y expresiones enérgicas. Este estilo reflejaba la representación visual del poder y la autoridad en estas sociedades preclásicas.

Obras de la sala

El México antiguo. Salas de Arte Prehispánico