El arte, tal como lo concebimos en la actualidad, estaba presente en todas las sociedades prehispánicas de Mesoamérica. Se manifestaba en diversos contextos, desde los imponentes edificios de los centros ceremoniales hasta las esculturas que representaban a gobernantes y deidades en las plazas, así como en las pinturas murales que adornaban los edificios. Sin embargo, el arte también formaba parte de la vida cotidiana de las personas a través de numerosos objetos que hoy en día se exhiben en museos.
Estos objetos abarcaban desde platos con decoraciones elaboradas hasta pequeñas esculturas y una gran variedad de figurillas. Las figurillas, en particular, demostraban una notable versatilidad. En ocasiones, se incorporaban a objetos más grandes, mientras que en otras se presentaban de forma individual o como parte de un grupo. Además, muchas veces adquirían un carácter utilitario, siendo utilizadas en la vida diaria de las personas.
Esta pieza representa la cabeza de una figurilla femenina tipo sonaja. Los rasgos faciales fueron elaborados utilizando un molde, lo que le confiere una apariencia semejante a muchas otras. Los ojos son de forma ovalada y se destacan en el rostro, mientras que las cejas están ligeramente marcadas. La nariz se representa de manera recta y la boca se encuentra entreabierta, lo que puede sugerir una expresión o una función sonora.
En los costados de la cabeza, se observan dos grandes orejeras que son un elemento característico de esta figurilla. Estas orejeras están compuestas por una circunferencia con un círculo en su parte interna, lo que les confiere un aspecto decorativo y llamativo.
Sobre la cabeza de la figurilla, se identifica un tocado formado por dos tiras que emergen desde el centro y se extienden hacia los lados. Estas tiras se doblan y regresan hacia la zona central, donde se encuentran cinco líneas incisas verticales. Este tocado agrega un elemento de ornamentación y distinción a la figura.
Sin embargo, la pieza presenta fracturas en la parte superior, donde se supone que originalmente había dos rectángulos que representaban los cornezuelos característicos del peinado conocido como axtlahualli, el cual solamente podían usar las mujeres casadas. Asimismo, se observa una fractura a la altura del cuello. A través de comparaciones con otras piezas, se ha determinado que esta cabeza se unía a un cuerpo tubular hueco, que a menudo contenía una pequeña bola de cerámica en su interior.
Se supone que la figura representaba a una mujer con el pecho descubierto y una falda decorada con rombos incisos. En cuanto a los brazos, es más difícil determinar su posición, ya que las figurillas presentan variaciones en esta área. En algunas ocasiones, muestran las palmas de las manos, en otras los brazos descansan sobre el vientre, y en algunas más cargan uno o dos niños. A pesar de estas diferencias, las figurillas coinciden en la representación de los pies, los cuales se esculpen como prismas rectangulares sólidos, sin ningún tipo de detalle.
En la parte posterior de la figurilla, se aprecia un trabajo más sencillo, donde no se marca ningún elemento distintivo y solo se encuentra el barro alisado. Este acabado muestra el característico color anaranjado de la cerámica del periodo Posclásico Tardío.
Estos objetos artísticos eran una expresión de la creatividad y habilidad de las culturas prehispánicas, reflejando tanto aspectos estéticos como funcionales. A través de su estudio y análisis, podemos comprender mejor la importancia del arte en la vida de estas sociedades, así como su conexión con la esfera religiosa, política y social.