Las culturas arqueológicas se pueden identificar por el tipo de cerámica que usan. Hay que recalcar que esta cultura arqueológica no es lo mismo que una sociedad, un grupo o una cultura, ya que muchas veces podemos encontrar que un objeto de una cultura arqueológica es empleado por distintas sociedades o grupos. En ese sentido, la cultura arqueológica de Teotihuacán se identifica por su cerámica anaranjado delgado y su distribución trascendía los límites de la ciudad; en el caso del periodo tolteca, se empleaba la cerámica plumbate y la anaranjado fino silho, las cuales, a pesar de que primero se identificaron en Tula, se ha notado que su mayor distribución se encuentra en la costa del Pacífico de Guatemala y México. Por último, otra cultura arqueológica claramente diferenciable es el complejo azteca, el cual se caracteriza por una cerámica anaranjada que se decora con líneas negras. Esta ornamentación se desarrolló desde formas gruesas y burdas, hasta una compuesta por líneas finas, de trazo preciso y diseños complejos. Hay que resaltar que, estos complejos se acompañaban de piezas que son difíciles de atribuir a una cultura, ya que su forma y sencilla decoración son tan comunes, que se encuentran sin ningún tipo de cambio a lo largo de los siglos. Piénsese simplemente en las ollas de barro, las cuales han cambiado poco su forma o decoración desde la época prehispánica hasta el día de hoy.
La pieza 1342 es un cajete Azteca I, Negro sobre Anaranjado. Posee base plana, cuerpo curvo convergente, boca circular y borde redondeado. El fondo, aunque es cóncavo, tiene una forma circular convexa que recibe el nombre de “botón”. La pieza se encuentra recubierta en su totalidad con un engobe anaranjado pulido y en la parte externa se pueden apreciar grandes nubes de cocción que oscurecen el tono del engobe anaranjado.
La decoración se aplicó antes de la cocción y consta de gruesas líneas color negro. En el borde se aplicó una línea que recorre toda la boca, aunque la mayor parte de la decoración se encuentra en el fondo. Los diseños se agrupan en dos grandes grupos. El grupo externo comienza en la parte inferior de la pared, donde se colocó una primera línea, seguida de líneas inclinadas, posteriormente se encuentran otras tres líneas horizontales, le sigue una sucesión de puntos y se termina con tres líneas horizontales. El grupo interno es más sencillo. Tiene una sucesión de puntos y en el centro hay seis círculos concéntricos.
Una característica de este cajete es la línea gruesa que se emplea para crear los diseños, la cual se hizo con mano alzada, lo cual implica que la línea se junte en algunos segmentos y en otros se separe considerablemente. Esta característica es lo que permite identificar este cajete del tipo “Azteca 1” el cual corresponde con los primeros asentamientos de los mexicas en la región de los lagos. Llama la atención que los motivos que se emplean han sido interpretados como una rememoración del paisaje lacustre, en el cual las bandas harían referencia al lago y las líneas inclinadas, comúnmente llamadas “zacate modificado”, a las plantas que se veían en la orilla.
Las culturas arqueológicas se pueden identificar por el tipo de cerámica que usan. Hay que recalcar que esta cultura arqueológica no es lo mismo que una sociedad, un grupo o una cultura, ya que muchas veces podemos encontrar que un objeto de una cultura arqueológica es empleado por distintas sociedades o grupos. En ese sentido, la cultura arqueológica de Teotihuacán se identifica por su cerámica anaranjado delgado y su distribución trascendía los límites de la ciudad; en el caso del periodo tolteca, se empleaba la cerámica plumbate y la anaranjado fino silho, las cuales, a pesar de que primero se identificaron en Tula, se ha notado que su mayor distribución se encuentra en la costa del Pacífico de Guatemala y México. Por último, otra cultura arqueológica claramente diferenciable es el complejo azteca, el cual se caracteriza por una cerámica anaranjada que se decora con líneas negras. Esta ornamentación se desarrolló desde formas gruesas y burdas, hasta una compuesta por líneas finas, de trazo preciso y diseños complejos. Hay que resaltar que, estos complejos se acompañaban de piezas que son difíciles de atribuir a una cultura, ya que su forma y sencilla decoración son tan comunes, que se encuentran sin ningún tipo de cambio a lo largo de los siglos. Piénsese simplemente en las ollas de barro, las cuales han cambiado poco su forma o decoración desde la época prehispánica hasta el día de hoy.