A Miguel Covarrubias se le debe la definición del “estilo Mezcala” en la década de 1960, apoyado en piezas hechas en diorita, calcita, andesita, metadiorita, serpentina, pórfido, anhidrita y silicatos de color verde veteado y jaspeado, que desgraciadamente en su mayoría carecían de datos contextuales y que consideraba originarias de la cuenca del río Mezcala en el estado de Guerrero. Estos objetos se caracterizan por su forma esquemática y con sus rasgos apenas sugeridos, donde agrupa figurillas y máscaras simétricas, figuras hechas sobre hachas petaloides y máscaras planas de obsidiana y piedras duras (Covarrubias, 1948:88). Posteriormente, Carlo Gay (1967:5-6) restringe el término Mezcala a uno de los grupos de Covarrubias, relacionando la forma de las piezas con las materias primas empleadas en su elaboración. Así, él emplea el término de “estilo Mezcala” a las piezas que presentan una simplicidad y abstracción en sus diseños mediante cortes y planos rectos, tendiendo a ser geométricos, mientras que a otro de los grupos lo llama de “estilo chontal” por sus representaciones más realistas o naturalistas y al último lo denomina “estilo Sultepec” donde destacan las narices prominentes o desproporcionadas con respecto al rostro (Gay, 1967).
Desafortunadamente, son pocas las piezas de este “estilo” halladas en contexto arqueológico, como las siete piezas de Ahuináhuac (cuatro rostros humanos, dos de cuerpo y una zoomorfa) fechadas para el Preclásico tardío (800-300 a.C; Paradis, 1991:62), las seis piezas de la Organera-Xochipala (tres figurillas de cuerpo entero y tres cabecitas) del Epiclásico (650-1000 d.C.; Reyna, 2003:26; 2006:46), dos figurillas antropomorfas de Cuetlajuchitlán del Preclásico tardío (800-300 a.C.), dos figurillas humanas de la Cueva del Huarache (Edgar Pineda, 2006:comunicación personal), una figurilla más en el poblado de Mezcala, tres más en el Cerro de los Muñecos y tres máscaras antropomorfas en la Cueva del Coyote en Teloloapan (González y Olmedo, 1990:30).
Cabe señalar que uno de los principales problemas para la asignación geográfica y cronológica del “estilo Mezcala” radica en la enorme cantidad de piezas falsificadas hechas con herramientas modernas (taladros y discos eléctricos, limas, lijas de agua, polvo de esmeril, cincel y martillo) desde 1935 por artesanos de Taxco, Cocula e Iguala, las cuales conforman colecciones particulares tanto en Museos de México como en el extranjero (Mastache, 1988:203-209).
Asimismo, son más numerosas las piezas de “estilo Mezcala” recuperadas de contextos arqueológicos fuera del área Mezcala, como en Xochicalco, Morelos, y el Templo Mayor de Tenochtitlan en la Ciudad de México. Precisamente los materiales de este último han sido los mejor estudiados desde el punto de vista morfológico por Bertina Olmedo Vera y Carlos Javier González (1986). Entre sus resultados identificaron 39 grupos de variantes y 19 piezas aisladas para las máscaras y 36 grupos y tres piezas aisladas para las figuras antropomorfas de cuerpo completo (Olmedo y González, 1986:188). Ellos destacan una gran diversidad morfológica y de diseños en las figurillas, agrupándolas en dos conjuntos: las relacionadas con el “estilo Mezcala” definido por Covarrubias y las que parecen de estilo Teotihuacano o tienen su influencia (Olmedo y González, 1986:246-247). Sin embargo, señalan que es tan grande la variabilidad en formas y diseños que seguramente reflejan la diversidad de tradiciones lapidarias en Guerrero, algunas de distribución más limitada que otras (Olmedo y González, 1986:248).
Por estas problemáticas en los estudios estilísticos de lo Mezcala, se ha propuesto abordarlas desde el enfoque tecnológico, tomando como ejemplo los objetos antropomorfos de serpentinita del Templo Mayor de Tenochtitlan, colecciones diversas recuperadas en contextos arqueológicos, así como en colecciones privadas, para de esta manera contrastar técnicas y procesos empleados en su manufactura y caracterizar estilos y tradiciones regionales y temporales (Melgar y Solís, 2006).
La muestra de estudio (donde se incluye la 918) consta de cuatro piezas lapidarias que presentan diversos elementos morfológicos semejantes a los propuestos por Carlo Gay y Miguel Covarrubias para definir y clasificar el estilo Mezcala de Guerrero, que como anteriormente se señaló, se caracterizan por su simplicidad y abstracción en los diseños mediante cortes y planos rectos, tendiendo a ser geométricos.
Por ello, esta pieza podríamos considerarla como de estilo Mezcala, específicamente máscaras antropomorfas de rasgos esquemáticos, elaboradas en piedra verde, probablemente serpentinita con vetas claras y ocres de tonalidades diversas.
Se trata de una máscara antropomorfa Mezcala de serpentinita verde con vetas de tonalidades blancas y ocres, presenta rasgos esquemáticos elaborados a partir de líneas rectas y acanaladuras profundas para dar forma a los ojos, nariz y boca. Se aprecian dos perforaciones en la parte superior una en medio de la frente y la otra en lo que vendría siendo la sien derecha, muy probablemente para colgarse. Presenta desgaste en su superficie, abrasión hecha probablemente con algún instrumento lítico en las incisiones y acanaladuras. Por la foto no es posible identificar la característica de la perforación. También presenta acabado de bruñido con piel para dar el lustre.
La temporalidad propuesta para elementos con estas características corresponde al preclásico de contextos procedentes del estado de Guerrero. Similares a esta pieza recuperadas en contexto arqueológico corresponden a Ahuinahuac, La Organera Xochipala, Zona Mezcala, Tenochtitlan y a Colecciones particulares como las de LACMA (Museo de Los Ángeles).