A lo largo del mundo existen culturas que nos sorprenden por su originalidad. Muchas de ellas surgen aisladas, sin un claro vínculo con sus vecinos, lo que genera una cultura material enigmática. Además, algunas de esas culturas se asentaron en territorios que en la actualidad son de difícil acceso, ya sea por su topografía o por las condiciones sociopolíticas que imperan en el lugar.
Todas estas características se encuentran en el arte de la tradición Mezcala. Al respecto existen aún muchas incógnitas sobre su identidad étnica, su vínculo con otros grupos o aspectos más precisos de su cosmovisión. Sabemos que se desarrolló mayoritariamente en el actual estado de Guerrero, lo cual, debido a las circunstancias sociales de las últimas décadas en este Estado, han impedido que se lleve a cabo un trabajo más profundo y meticuloso de esta tradición. Algo sabemos que nos ayuda a identificar sus piezas: la gran maestría en el trabajo de la piedra y la abstracción de sus obras.
En el caso de la pieza 954 de la Colección del Museo Aparo, corresponde a un vaso trípode. Posee tres soportes cuadrangulares. Las paredes del vaso son rectas, posee un reborde basal recto que solo se encuentra en la zona de los soportes y se distingue un reborde recto. La boca de la pieza es circular y tiene un borde plano. El fondo de la pieza es cóncavo, mientras que la base es recta.
La tapadera es la sección más llamativa de la pieza. A pesar de su forma sencilla, al tener una base circular, tiene un asa sólida horizontal con incisiones en el exterior, creándose la sensación de una terminación dentada o festonada. En la parte central se encuentra una figura de pie con las piernas separadas, los brazos extendidos horizontalmente hacia los lados y los antebrazos flexionados 90 grados hacia arriba, mientras que la cabeza es cuadrangular, aunque se desgasta para adquirir una forma esférica. La figura antropomorfa hace contacto con el asa en tres puntos: en la parte superior de la cabeza, y en los extremos de los antebrazos: mientras que las plantas de las piezas se funden con la base de la tapa.
La cabeza posee marcados de una forma esquemática los rasgos. Con una línea pronunciada se simulan los ojos. Una línea horizontal desgastada más abajo genera la nariz; mientras que unos milímetros más abajo se desgasta una nueva línea horizontal para crear la boca.
El cuerpo se distingue por una llamativa abstracción geométrica. El torso y las piernas producen un triángulo. Los brazos son rectos, creando ángulos de 90 grados en las extremidades. Una línea horizontal delimita el abdomen de las piernas y se desgasta de manera plana, los muslos y las antepiernas. Si miramos esta figura, de inmediato se revela la identidad del animal. Tiene una profusa barriga y destaca el mentón y la frente, mientras que la nariz tiene un menor tamaño del esperado. Por si las dudas prevalecen, en la parte posterior de la pieza se proyecta una larga cola que nace de la espalda baja y con una ligera curva llega hasta el extremo izquierdo de la tapadera.
Los monos en las culturas prehispánicas estaban vinculados a las primeras creaciones. Entre los nahuas se pensaba que en el sol de nahui ehecatl (4 viento) la humanidad se había destruido por un fuerte viento y algunas pocas personas se habían salvado huyendo a los árboles y se habían convertido en monos. También era común asociar a este animal con los artistas y los artesanos. Siendo en las vasijas mayas, donde se encuentra más representado. Llama la atención la presencia de este animal en la tradición de las culturas de Guerrero, más si recordamos el territorio árido que se suele asociar a la región. Pero, sabemos que el mono araña en la actualidad tienen pequeña presencia en el centro del Estado, población que debió ser aún más importante en el pasado. A pesar de ello, la falta de datos nos impide afirmar cuál era el significado que adquirían los monos en estas culturas y menos aún los vínculos evidentes que poseían con otras regiones, pero la vasija se convierte en un recordatorio de lo fructífero que será buscar estas respuestas y de las grandes sorpresas que podemos encontrar.
A lo largo del mundo existen culturas que nos sorprenden por su originalidad. Muchas de ellas surgen aisladas, sin un claro vínculo con sus vecinos, lo que genera una cultura material enigmática. Además, algunas de esas culturas se asentaron en territorios que en la actualidad son de difícil acceso, ya sea por su topografía o por las condiciones sociopolíticas que imperan en el lugar.