El México antiguo. Salas de Arte Prehispánico
Figurilla femenina sedente | El México antiguo. Salas de Arte Prehispánico | Museo Amparo, Puebla
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Figurilla femenina sedente

Cultura Tlatilco
Región Valle de México
Período Preclásico medio
Año 1200-500 a.C.
Período 9 Preclásico medio
Año 1200-500 a.C.
Técnica

Barro modelado con estuco

Medidas 19.2   x 11.5  cm
Ubicación Bóveda Prehispánico
No. registro 52 22 MA FA 57PJ 793
Investigador

El Preclásico es uno de los momentos más fascinantes en la historia de la plástica del México antiguo. Es en este momento cuando el humano comienza a mirarse a sí mismo y a representarse en figurillas de barro, donde, para la sorpresa de muchos y el desconcierto de otros cuantos, se encuentra un gran naturalismo. En estas primeras piezas es común encontrar la representación de mujeres con caderas anchas realizando una actividad cotidiana, la mayoría de las veces. Además, su rostro adquiere una expresión de tranquilidad con unas cuantas incisiones sobre el barro y unos cuantos pellizcos.

            Estas piezas que generalmente se asocian a sociedades aldeanas donde existía una tenue jerarquía social, al poco tiempo convivieron con un nuevo estilo: el olmeca. Pese a las distintas interpretaciones que ha habido de este estilo, actualmente podemos afirmar que el fenómeno olmeca no se llevó a cabo en una sola región y de ahí se difundió, como anteriormente se creía, sino que actualmente, la versión más aceptada, afirma que fue un canon de representación adquirido por los grupos de poder de distintas regiones para crear una plástica que los diferenciara y expresara su fuerza. Esto nos muestra, por un lado, una plástica que podemos encontrar en distintas partes como en el centro de México, Guerrero, Veracruz y el área maya y, por otro, la existencia de los inicios de una jerarquía social más marcada.

            En muchas ocasiones surgieron objetos híbridos que compartían características de ambas tradiciones, como se observa en las presentes piezas. En el caso de la figurilla 312 se representó a una mujer sedente con los pies extendidos. Tiene un largo cabello simulado con tiras de barro colocadas al pastillaje que le caen sobre los hombros, llegando hasta debajo del pecho. Una banda, también colocada por pastillaje, simula una tira que sostenía su cabello. Las facciones del rostro se crean de una forma simple: con unas incisiones diagonales se crean las cejas y los ojos, la nariz respingada se hace con un pellizco, mientras que la boca se forma con una pequeña incisión circular, haciendo que las comisuras de los labios se encuentren hacia abajo. Los brazos se modelan de una forma sencilla, el derecho se extiende hasta el muslo donde se colocan unas cuantas incisiones para simular la mano; mientras que el izquierdo se dobla, colocándose en el vientre y, en el espacio que queda, se encuentra un perrito con un hocico y unas orejas prominentes, dándole un carácter de cotidianeidad a la pieza. Al llegar a la parte inferior, las piernas se crean con dos formas cónicas perpendiculares que van perdiendo su grosor.

            En cambio, la pieza 793 representa también a una mujer sedente, pero su brazo derecho y sus dos piernas se han perdido. El cabello, al igual que la anterior pieza, se colocó con tiras al patillaje que le llegan hasta la parte inferior de la espalda, pero, además, se le realizaron finas incisiones en las tiras para simular el pelo. Sobre la cabeza tiene un par de tiras con esferas alrededor de la cabeza y otro que le atraviesa diagonalmente, simulando un tocado tipo casco. El rostro se suscribe en una forma rectangular, donde con un pellizco se crea la nariz respingada y las cejas. Los ojos y la boca tienen una forma semitriangular, creada a través de dos pequeñas incisiones.

            Bajando un poco más, el cuello se realizó con una banda del mismo tamaño que la cabeza, mientras que del tronco sale una tira, simulando el brazo izquierdo que termina con unas cuantas líneas incisas, simulando los dedos. En el pecho se observan dos pequeñas esferas, figurando los senos de la mujer y, un carácter que le da naturalismo a la representación que se encuentra en la parte baja del vientre, ya que con un orificio se simula el ombligo.

Estas piezas, que muestran un rostro duro de poder, pero que al mismo tiempo conservan rasgos que le da la figura un carácter cotidiano, son una evidencia del desarrollo de las sociedades mesoamericanas de una organización aldeana al surgimiento de poblados.

El Preclásico es uno de los momentos más fascinantes en la historia de la plástica del México antiguo. Es en este momento cuando el humano comienza a mirarse a sí mismo y a representarse en figurillas de barro, donde, para la sorpresa de muchos y el desconcierto de otros cuantos, se encuentra un gran naturalismo. En estas primeras piezas es común encontrar la representación de mujeres con caderas anchas realizando una actividad cotidiana, la mayoría de las veces. Además, su rostro adquiere una expresión de tranquilidad con unas cuantas incisiones sobre el barro y unos cuantos pellizcos.

Obras de la sala

El México antiguo. Salas de Arte Prehispánico