El México antiguo. Salas de Arte Prehispánico
Colibrí colgante | El México antiguo. Salas de Arte Prehispánico | Museo Amparo, Puebla
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Colibrí colgante

Cultura Tradición Mezcala
Estilo Estilo Mezcala
Región Cuenca media del río Balsas
Período Preclásico tardío-Clásico tardío
Año 500 a.C.-900 d.C.
Período 9 Preclásico tardío-Clásico tardío
Año 500 a.C.-900 d.C.
Técnica

Escultura en piedra verde ¿serpentina? tallada, punzonada, perforada y pulida

Medidas

Largo: 11.20 cm

Medidas 3.5   x 1.2  cm
Ubicación Bóveda Prehispánico
No. registro 52 22 MA FA 57PJ 997
Investigador

La delicada talla plasma un ave destacada en la cosmovisión de Mesoamérica, el colibrí; los rasgos identitarios son el pico muy largo y delgado, la cabeza redondeada, el cuello y cuerpo angostos y pequeños. Su silueta aplanada y con las alas plegadas está determinada por la placa rectangular -acaso de serpentina- que se utilizó, y cuyo color verdoso remite al plumaje del ave. La materialidad reviste una enorme importancia en el afamado estilo escultórico Mezcala, pues se caracteriza por el empleo de rocas de consistencia fina y compacta, cuyo cromatismo natural y durabilidad eran altamente valorados en términos estéticos y simbólicos. Afín a la maestría sintética que distingue el arte lapidario de Mezcala, escuetos punzonados y líneas ranuradas definen los ojos y las alas. Nuestra imagen además tiene una perforación que indica su diseño como pendiente, seguramente de un collar.

         Los componentes faunísticos de la compleja construcción de la trama ideológica que construyeron las distintas sociedades que habitaron en la mitad meridional del territorio mexicano y parte de Centroamérica, pueden esclarecerse con las aportaciones de la zoología en sus distintas ramas, como la anatomía, fisiología y etología. De esta manera, se entiende la asociación del colibrí con el Sol, la guerra y la sexualidad.

         De acuerdo con Eva Hunt, la iridiscencia de su plumaje, sus acrobacias aéreas, su ilusoria capacidad para mantenerse estáticamente en el aire y la habilidad para volar en todas direcciones, incluso hacia atrás, fueron vinculadas con el brillo y el movimiento de dicho astro por la bóveda celeste y durante los solsticios, cuando también retrocede su recorrido. En relación con el ciclo diario del sol que, según el pensamiento mítico, cada noche transita por las entrañas oscuras del inframundo acuático y renace al día siguiente por el oriente, Jeanette Fravot Peterson plantea otro enlace con el colibrí, debido a su aparente capacidad para morir y resucitar, pues cuando hace frío, durante la noche o el invierno, ralentiza su metabolismo y disminuye su movilidad, mismas que se incrementan durante el día y cuando hace calor. La belicosidad es otro de sus atributos, siendo una especie territorial que puede mostrar agresividad, y ello, junto a su simbolismo solar, lo convirtieron en la faceta animal del principal dios mexica, Huitzilopochtli, “Colibrí Zurdo”, cuya representación pictórica lo figura con yelmo de cabeza de colibrí o un disfraz completo del ave.

         Su tipo de alimentación tiene connotaciones sexuales masculinas. El pico está provisto de una larga lengua que le permite alcanzar las partes profundas del centro de las flores, al atrapar el néctar se retrae para llevar el líquido hacia la boca del pájaro; este movimiento es redundante. En el mismo simbolismo sexual deben considerarse su frenético aleteo, el frecuente consumo del néctar, pues se repite hasta ocho veces por hora, su elevada capacidad para polinizar las plantas.

         La antigua cultura de Mezcala es una de las más relevantes de la región mesoamericana de Guerrero. Pobló ambas márgenes de la cuenca media del río Mezcala-Balsas, abarcando el norte de la Sierra Madre del Sur en territorio guerrerense, así como zonas vecinas de Morelos, el Estado de México y Michoacán. En el repertorio iconográfico de su arte lapidario se halla una mínima selección de especies animales; además del colibrí hay otras aves -al parecer genéricas-, ardillas, serpientes, peces, anfibios y monos. En la tradición Mezcala, y en el resto de las culturas del México antiguo, la representación artística de la fauna y la vegetación no tuvo el propósito de generar un catálogo de las especies con las que se convivía o que eran explotadas, domesticadas o cultivadas, pues sobre todo se inscribe en el pensamiento mítico y religioso de cada sociedad. Las anteriores pistas sobre el colibrí basadas en el conocimiento de su anatomía, funcionamiento y mecanismos de su organismo y en su comportamiento, explica su interpretación cultural en un sentido sobrenatural.

La delicada talla plasma un ave destacada en la cosmovisión de Mesoamérica, el colibrí; los rasgos identitarios son el pico muy largo y delgado, la cabeza redondeada, el cuello y cuerpo angostos y pequeños. Su silueta aplanada y con las alas plegadas está determinada por la placa rectangular -acaso de serpentina- que se utilizó, y cuyo color verdoso remite al plumaje del ave. La materialidad reviste una enorme importancia en el afamado estilo escultórico Mezcala, pues se caracteriza por el empleo de rocas de consistencia fina y compacta, cuyo cromatismo natural y durabilidad eran altamente valorados en términos estéticos y simbólicos. Afín a la maestría sintética que distingue el arte lapidario de Mezcala, escuetos punzonados y líneas ranuradas definen los ojos y las alas. Nuestra imagen además tiene una perforación que indica su diseño como pendiente, seguramente de un collar.

Obras de la sala

El México antiguo. Salas de Arte Prehispánico