El municipio de Sultepec, en el sur del Estado de México, se ubica en el sector norteño del extenso territorio en donde se ha registrado la tradición cultural Mezcala, principalmente detectada en Guerrero, en torno a la cuenca del río Balsas. Sultepec también es la denominación de uno de los tres tipos del famoso arte lapidario del estilo Mezcala identificados por Miguel Covarrubias desde la década de 1940. Este artista, historiador del arte y antropólogo lo advirtió en máscaras antropomorfas de mármol, obsidiana y piedras duras, en volúmenes planos, muy delgados y contorno ligeramente triangular, con prominentes narices aguileñas y depresiones ovaladas como ojos y bocas; en comparación con los otros dos tipos, llamados Mezcala -el más emblemático- y chontal, Covarrubias destaca la extrema simplicidad de las formas. Esta máscara muestra a cabalidad tales cualidades.
El gran estilo escultórico Mezcala se distingue por la intensa abstracción de imágenes figurativas, la cual incluye la utilización de piedras finas de tonalidades homogéneas, pero en el caso del rostro que tratamos sobresale el empleo magistral de las vetas oscuras del mármol para enfatizar los rasgos faciales, especialmente la enorme nariz aguileña en torno a la cual se disponen de modo concéntrico las líneas, y los hundimientos oculares.
Cabe deducir que el artista, con base en el repertorio de imágenes propio de su tradición creativa, seleccionó la piedra por sus franjas de color y hábilmente las aprovecho para figurar el rostro. El mármol suele ser una roca de color claro; en este caso su pigmentación ocre, con las vetas, se debe a que contiene óxidos de hierro en forma de limonita. Resaltamos en consecuencia la materialidad en el arte como un componente fundamental en el que se considera una extensa gama de elementos, como su mayor o menor disponibilidad, su idoneidad para ciertos usos prácticos y desde luego sus cualidades sensibles, como la coloración, en afinidad con las estéticas de las diversas sociedades.
De otra parte, las reducidas dimensiones del objeto, con apenas 8 cm de altura nos llevan a escudriñar su función como máscara, pues en efecto tiene dos perforaciones laterales superiores que permitían que fuera atada, pudiera ser a una cabeza o a un bulto textil que envolvía el cadáver, sus restos óseos o incluso sus cenizas; aunque también los orificios son aptos para integrar un pendiente en un collar. Las opciones son más amplias y para explorarlas es oportuno mencionar lo que aportan excavaciones arqueológicas en sitios de la cultura Mezcala, como Ahuináhuac, Guerrero.
De acuerdo con Louise Paradis, este asentamiento localizado en la ribera sur del Balsas, municipio de Tepecoacuilco, se fecha entre el 500 a.C. y el inicio de nuestra era, y consiste en un complejo arquitectónico residencial y funerario. Ahí registró siete objetos lapidarios de tipo Mezcala, entre ellos 4 mascaritas con una perforación en la frente hechas de piedra metamórfica gris verduzco veteada de blanco. Las esculturas fueron enterradas intencionalmente en un relleno que sirvió de base para la construcción de nuevas estructuras. El acto se ha interpretado como una práctica ritual, acaso para consagrar el lugar de la edificación.
En el marco de la misma cultura de origen o de otras sucesivas en el mismo territorio o en otras regiones, es necesario considerar las resignificaciones y reutilizaciones de las obras de arte hasta nuestra actualidad. Respecto a esta máscara de mármol veteado es factible reconocer en su forma una belleza intrínseca a su materialidad y, a siglos de distancia, compartir algunos valores estéticos con sus creadores.
El municipio de Sultepec, en el sur del Estado de México, se ubica en el sector norteño del extenso territorio en donde se ha registrado la tradición cultural Mezcala, principalmente detectada en Guerrero, en torno a la cuenca del río Balsas. Sultepec también es la denominación de uno de los tres tipos del famoso arte lapidario del estilo Mezcala identificados por Miguel Covarrubias desde la década de 1940. Este artista, historiador del arte y antropólogo lo advirtió en máscaras antropomorfas de mármol, obsidiana y piedras duras, en volúmenes planos, muy delgados y contorno ligeramente triangular, con prominentes narices aguileñas y depresiones ovaladas como ojos y bocas; en comparación con los otros dos tipos, llamados Mezcala -el más emblemático- y chontal, Covarrubias destaca la extrema simplicidad de las formas. Esta máscara muestra a cabalidad tales cualidades.