En el estilo artístico Mezcala, generado medularmente en Guerrero, predominan las imágenes humanas representadas en una acotada variedad de posiciones, arreglos simétricos y formas cerradas. Como puede advertirse en la escultura que nos ocupa, la identidad de lo figurado apenas se traza con unos cuantos rasgos, los cuales se evocan por medio de ranuras, acanaladuras y finos relieves. En principio, pudiera suponerse que la materialidad y tecnología pétreas determinaron la apariencia esquemática y hierática de las obras, no obstante, es oportuno considerar que los cánones estéticos junto con los valores simbólicos pudieron prevalecer en las soluciones formales.
Guerrero posee abundantes recursos minerales que incluyen el oro y la plata, rocas de origen volcánico como la diorita, la andesita y el granito, y rocas metamórficas como la serpentinita, la pizarra y el mármol. Más que por los metales, los mesoamericanos tuvieron una especial predilección por las piedras verdes y azules en diversas tonalidades y desde la etapa olmeca, en el Preclásico medio, se consolidó una magistral tradición artística lapidaria, en la que los antiguos guerrerenses desempeñaron un papel destacado, tanto por las actividades mineras como por la elaboración de objetos.
Además de esta entidad, las piedras verdes, en distintos tipos, se encuentran principalmente en Oaxaca, Chiapas y Guatemala; de este último territorio procede también la jadeíta, el mineral verde de mejor calidad. Dadas sus características y limitada disponibilidad en Mesoamérica, las piedras verdes otorgaban prestigio y poder a sus portadores, aunque más allá de lo anterior, se pensaba que estaban impregnadas de sacralidad y consideraban “preciosas”.
La escultura que vemos exhibe un verde intenso, de carácter vítreo y con manchas oscuras diminutas que evidencian su composición variada. Para abundar en el tema del color y el pensamiento vinculado propio de las sociedades antiguas de México, los diccionarios y otros documentos etnohistóricos nos ofrecen información valiosa. A este respecto, Lizandra Espinosa Ramírez ha puesto el acento en la fina sensibilidad de los nahuas de la región del Altiplano Central, expresada a través de una desarrollada variedad de adjetivos empleados para nombrar los predilectos tonos verdi-azules. Entre ellos están: xoxouia, “muy verdosa”; xoxouqui, “verde suave”; xoxoctic, “verde palido o tierno”; quiltic, “verde quelite o azulado suave”; xihuitl, “verde hierba”; xiutototic, “verde como plumaje de ave”; y mamatlaltic, “profundamente verde azulado”. Como puede notarse, las alusiones a consistencias, texturas, vegetales y plumas exponen un rico lenguaje metafórico, a la vez que un conocimiento exhaustivo de la naturaleza.
Este saber necesariamente se extendía a las múltiples propiedades de los materiales, las visibles y las que se determinan por otros medios. Los artistas lapidarios conocían las diversas durezas de las rocas y minerales, en la lógica de que los más duros permitían alterar los más suaves. Arena, corindón, crisoberilo, esmeril, cristal de roca y pedernal se hallan entre los abrasivos registrados en territorio guerrerense, y servían para desbastar y lustrar las obras. Los análisis de tecnología experimental realizados en proyectos adscritos al Templo Mayor de Tenochtitlan, en donde se han descubierto piezas originarias de Guerrero, y de la tradición Mezcala en lo particular, revelan el empleo de instrumentos de pedernal: buriles para perforar y pulidores para dar el acabado final.
La notable brillantez del pequeño objeto que nos ocupa da la pauta para reiterar que la composición de las imágenes rebasa lo figurado. Tal cualidad era otro de los aspectos sensibles considerados en la alta valoración de las piedras verdes. Es oportuno deducir que la laboriosidad para lograr el lustre acrecentó la belleza del objeto, lo que nos ubica en el ámbito de la estética en Mesoamérica.
En el estilo artístico Mezcala, generado medularmente en Guerrero, predominan las imágenes humanas representadas en una acotada variedad de posiciones, arreglos simétricos y formas cerradas. Como puede advertirse en la escultura que nos ocupa, la identidad de lo figurado apenas se traza con unos cuantos rasgos, los cuales se evocan por medio de ranuras, acanaladuras y finos relieves. En principio, pudiera suponerse que la materialidad y tecnología pétreas determinaron la apariencia esquemática y hierática de las obras, no obstante, es oportuno considerar que los cánones estéticos junto con los valores simbólicos pudieron prevalecer en las soluciones formales.