El México antiguo. Salas de Arte Prehispánico
Figura de un hombre-felino | El México antiguo. Salas de Arte Prehispánico | Museo Amparo, Puebla
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Figura de un hombre-felino

Cultura Tradición Mezcala
Región Cuenca media del Balsas
Período Preclásico tardío-Clásico tardío
Año 500 a.C.-900 d.C.
Período 9 Preclásico tardío-Clásico tardío
Año 500 a.C.-900 d.C.
Técnica

Piedra tallada y pulida

Medidas 5.5   x 2.3  x 13.5  cm
Ubicación Sala 7. La muerte
No. registro 52 22 MA FA 57PJ 964
Investigador

Las figuras de la tradición Mezcala representan uno de los mayores desafíos para el estudio del arte mesoamericano. Dicha tradición es, en realidad, un tema casi pendiente para la arqueología mesoamericanista. La mayor parte de las piezas que se conocen proceden de la extracción espontánea practicada, sobre todo, a mediados del siglo XX. La similitud material, técnica y formal de los grupos de objetos, y la certeza de que proceden de lotes de obras que ingresaron en grupo a los museos y colecciones ha permitido hacerse una idea del repertorio al que conocemos como “Mezcala”, por haber noticia de que muchas piezas se ubicaron en las proximidades de este afluente del Balsas Medio, en tiempos en que se abrían caminos y las comunidades rurales interactuaban con los ingenieros y los primeros viajeros de las carreteras.

Constan en otras fichas descriptivas de la colección del Museo Amparo, las características básicas de este arte en piedra, con tallas predominantemente esquemáticas que prefieren la abstracción. Si bien hay algunas figuras de tipo más naturalista, a la manera olmeca, es mucho más frecuente, como en esta pieza, que sea un conjunto de líneas rectas, con gran economía, lo que produce la forma y moderada expresión de las figuras. El método de talla, con el deslizamiento del filo de un canto muy delgado o con la fricción de una cuerda tensada por un arco, a manera de segueta, da lugar a figuras preferentemente simétricas. En esta figura del hombre-felino, además, es evidente el uso del taladro cónico de piedra.

Esta pieza es pequeña, de color obscuro y superficie brillante. Tiene dimensiones más pequeñas que las figuras humanas de pie, en vista frontal y más bien planas que son más frecuentes. Es chica como las cuentas de un collar, pero tiene la peculiaridad de no mostrar perforaciones para ser suspendidas. Se asemeja al grupo de los pequeños animales, que consideramos acompañantes de las figuras humanas en los contextos funerarios. Este pequeño antropomorfo parecería un amuleto, y pudiera ser una representación del alma o receptor de alguna fuerza del difunto.

La pieza del felino cabe en la palma de la mano. La forma dominante es la de un cuadrúpedo, con aspecto de felino: suponemos que es un jaguar porque las hendiduras realizadas con el taladro crean un punteado que no parecería tener otra función que indicar la especie. Ahora bien, del interior surge una cara. Podría plantearse que se trata de un sacerdote u otro personaje “disfrazado” de felino. Sin ser esto imposible, nos inclinamos por una interpretación ligada a las creencias mágicas de Mesoamérica. Así como ocurre en algunas representaciones olmecas y mayas, podría tratarse de una alusión al nahualismo; no sería entonces un disfraz sino la representación de la potencia y la acción de algunos magos y gobernantes de introducirse en el cuerpo del felino. 

Las figuras de la tradición Mezcala representan uno de los mayores desafíos para el estudio del arte mesoamericano. Dicha tradición es, en realidad, un tema casi pendiente para la arqueología mesoamericanista. La mayor parte de las piezas que se conocen proceden de la extracción espontánea practicada, sobre todo, a mediados del siglo XX. La similitud material, técnica y formal de los grupos de objetos, y la certeza de que proceden de lotes de obras que ingresaron en grupo a los museos y colecciones ha permitido hacerse una idea del repertorio al que conocemos como “Mezcala”, por haber noticia de que muchas piezas se ubicaron en las proximidades de este afluente del Balsas Medio, en tiempos en que se abrían caminos y las comunidades rurales interactuaban con los ingenieros y los primeros viajeros de las carreteras.

Obras de la sala

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