Reconocemos bien la tradición Mezcala como una manifestación artística que ocurrió específicamente en piedra tallada de pequeñas dimensiones y que se aplicó a la elaboración de conjuntos funerarios. La mayor parte de las piezas Mezcala son figuras humanas esquemáticas, quizá un ochenta por ciento o más. Existen también animales, templos, máscaras, cetros y algunos otros objetos.
Las figuras humanas, que deben haber representado a los difuntos y a sus deudos, quizá también a sus ancestros, responden siempre a un mismo diseño: son representaciones frontales, esquemáticas, simétricas, más bien planas, con los brazos doblados en ángulo recto sobre el abdomen y en ocasiones plegados en forma de cruz. El grado de abstracción de algunas de estas representaciones es tan notable que el cuerpo entero parece resolverse con unas cuantas líneas rectas; ocasionalmente se percibe cierta curvatura en las piernas, especialmente por el efecto de la cuerda que sirve de segueta para hacer un corte y separarlas.
Esta pieza representa una vertiente distinta de dicha tradición, junto con la pieza 960, presentan un peculiar énfasis en el cruce de los brazos, que en el caso de esta pieza se convierte en un diseño de “X”. En ambas las extremidades se vuelven excesivamente largas para lograr que los antebrazos asciendan, desde la altura de la cadera, donde se ubican los codos, hasta los hombros. El abultamiento de los ojos y los labios, en ambas piezas, coincide con uno de los rasgos de un probable sub-estilo de la tradición Mezcala al cual se ha denominado “chontal”, sin mucho fundamento.
Lo que resulta llamativo es el alejamiento de las formas más esquemáticas, casi geométricas y altamente sintéticas de otras figuras de la tradición. Esto ocurre en el mismo grado en que se procura cierto naturalismo y algo de expresión facial.
Un detalle en la técnica aplicada en esta pieza junto con las figuras 963 y 1013, es la perforación de un hueco entre los brazos y el tronco. Para lograr dicho hueco tiene que haberse utilizado un taladro, y posteriormente un instrumento alargado que puede haber sido una cuerda o un pulidor de piedra con forma de lima.
Reconocemos bien la tradición Mezcala como una manifestación artística que ocurrió específicamente en piedra tallada de pequeñas dimensiones y que se aplicó a la elaboración de conjuntos funerarios. La mayor parte de las piezas Mezcala son figuras humanas esquemáticas, quizá un ochenta por ciento o más. Existen también animales, templos, máscaras, cetros y algunos otros objetos.