Cultura | Huasteca |
Región | Huasteca, norte de Veracruz o sur de Tamaulipas |
Período | Clásico temprano |
Año | 200-600 d.C. |
Período 9 | Clásico temprano |
Año | 200-600 d.C. |
Técnica | Barro modelado, con decoración incisa y pintada |
Medidas | 24.1 x 16.7 x 11.2 cm |
Ubicación | Sala 4. Sociedad y costumbres |
No. registro | 52 22 MA FA 57PJ 883 |
Investigador |
E caminando más adelante —dice el cronista—, vimos muchas poblaciones, y estarían la tierra adentro dos o tres leguas, y esto es ya en la provincia de Pánuco.
La Huasteca, un territorio por lo general húmedo y de grandes calores, se extiende a lo largo de la costa del Golfo de México entre el norte de Veracruz y el sur de Tamaulipas. A la altura de Tampico se interna en tierras de San Luis Potosí para continuar en las montañas de Hidalgo y la Sierra Gorda de Querétaro. Se trata de una inmensa área de Mesoamérica cuya homogeneidad lingüística en realidad la define de mejor manera que sus manifestaciones culturales a través del tiempo.
La cuenca del río Pánuco, la misma que recorrieron Cortés y Álvarez Pineda en sus tempranos esfuerzos por conquistarla, se hallaba densamente poblada en el siglo XVI. El mismo Álvarez Pineda halló en su desembocadura un pueblo grande donde pudo apertrechar sus navíos. Al remontar la corriente del río, descubrió en ambos márgenes cerca de 40 pueblos más. Esta densidad poblacional le venía de antiguo, probablemente desde el período Formativo, siglos antes de nuestra era.
En toda época se modelaron grandes cantidades de figurillas de barro y muchas de ellas recibieron toques de pintura negra en distintas partes del cuerpo. Por sus convenciones estilísticas y por las técnicas usadas en su manufactura pueden distinguirse como obras de artesanos de épocas distintas, aunque son muy populares aquellas que figuran a jugadores de pelota perfectamente ataviados para la ocasión, también se modelaron grandes cantidades de piezas que abordan la figura humana desde diversos ángulos.
Las hay frecuentemente representadas de pie, pero no son raras aquellas que aparecen sentadas –como es el caso de la que aquí nos ocupa- o desprovistas del típico ajuar del jugador de pelota, un ritual que por otro lado terminó por cobrar singular importancia en la Huasteca a lo largo del período Clásico y que se difunde en la costa del Golfo poco antes de comenzar nuestra era.
Esta hermosa figurilla de la colección del Museo Amparo es perfectamente congruente con las piezas que se fabricaron en la cuenca del río Pánuco en los primeros tres siglos del último milenio. Los rasgos del rostro, particularmente la hechura de los ojos, no deja lugar a dudas. Lleva un tocado decorado con incisiones y restos de pintura negra, quizá chapopote. Se distingue todavía una nariguera y resultan claras a la vista las orejeras, además de un collar del que cuelga una suerte de placa. Los senos aparecen bien formados y descansa una de las manos sobre el abultado vientre.
Probablemente es una figura femenina sentada con una pierna flexionada contra el cuerpo mientras que la otra reposa doblada en el suelo. Es evidente que el alfarero enfrentó en su ejecución serios problemas en cuanto a la representación de la postura que adopta la mujer. Las piernas se observan desarticuladas y una de ellas prácticamente se halla desligada del torso. Aún así, encaja en una tradición alfarera enfocada de antiguo en el modelado de figuras femeninas solidarias con antiquísimos ritos de fertilidad.