Entre las figurillas de barro mexicas, las que más abundan son aquellas que representan a mujeres. Esto, por extraño que parezca -al encontrarse la mayoría de estas piezas en ofrendas, es decir, en un contexto ritual-, liga a las piezas y las ofrendas con nociones de fertilidad, procreación y maternidad. Este es el caso de las figurillas 1495 y 1501 de la colección del Museo Amparo.
La figurilla 1501 presenta a una mujer sedente, de rostro redondeado y con un cabello que semeja un casco. Los ojos son representados con dos concavidades, la nariz es prominente y la boca se representa entreabierta, mostrando los dientes, características típicas de las figurillas mexicas. Asimismo, su tocado está compuesto por dos tiras de arcilla trenzadas que fueron colocadas por pastillaje. El torso es recto, las piernas y los brazos son creados por medio de tiras de arcilla. El brazo derecho surge de la parte superior del torso, baja y se dobla a la mitad en “U” para volver a subir hasta la mitad del rostro. En la parte superior la tira de arcilla tiene un pellizco que aplana la tira y crea la idea de una mano. Eso mismo debió de suceder en el brazo izquierdo, pero sólo podemos suponerlo, ya que se encuentra fracturado a la mitad. Podemos apreciar que las piernas fueron creadas de forma semejante: dos tiras unidas salen de la parte inferior del torso hacia enfrente, se doblan en “U” y se dirigen hacia atrás, engrosándose en la parte distal para dar la idea de los pies. Llama la atención que el torso es plano y la única parte que rompe esta forma son dos pequeños salientes que simulan los senos de la mujer. Otra peculiaridad de la figurilla es que fue creada en su mayor parte por medio del modelado y del pastillaje, siendo únicamente moldeado el rostro, algo poco común en las figurillas mexicas. De igual forma, aunque posee restos de una capa de cal que cubría toda la pieza, no se alcanza a distinguir ninguna línea negra, aunque es seguro que con ellas se delimitaban y caracterizaban los elementos de la pieza.
Por otro lado, la pieza 1495 muestras las características típicas de una figurilla mexica. Es hecha en molde y presenta a una mujer sedente con una niña en sus piernas. La figura mayor tiene un tocado de plumas cortas que salen de una banda con cuentas, y de la cual caen hacia abajo dos grandes tiras de papel. La mujer tiene un corte de cabello parecido a un casco y dos grandes orejeras circulares. Los ojos son simulados con una concavidad, la nariz es recta y tiene la boca entreabierta dejando ver los dientes. El torso es apenas simulado y se distinguen los dos brazos que bajan, se flexionan en los codos y vuelven a subir. Las manos se doblan hacia la parte externa y enseñan las palmas. En la parte inferior la pieza rompe su verticalidad, ya que las piernas se proyectan hacia enfrente y se doblan hacia atrás, dejándonos ver en la parte posterior dos rectángulos que simulan los pies.
En la parte inferior y enfrente se encuentra una figurilla más pequeña que representa a una niña sedente. Ésta tiene un tocado con una banda y en cada uno de los extremos se ven dos rosetones de los cuales caen dos tiras de papel, tocado que puede estar vinculado a Xilonen y Chicomecóatl, las diosas del maíz. Puede observarse que su rostro presenta unas concavidades como ojos, una pequeña nariz y la boca entreabierta dejando ver los dientes. Tiene dos grandes orejeras y un collar de cuentas con un pectoral circular que abarca todo el torso. Tiene una falda circular y las extremidades, brazos y piernas, son apenas simuladas con una banda rectangular.
La pieza fue realizada por molde, presenta una capa de cal en su vista frontal y restos de color negro y amarillo. Con una línea negra se puede ver como se delimitan los ojos de la figura mayor, se colorea el cabello, algunos diseños en el torso y se contornea a la figurilla más pequeña, en la cual también se delimitan los ojos, las orejeras y un diseño romboidal en la falda. Llama la atención que la figurilla tenga el rostro pintado de amarillo, ya que con este color se acostumbraba a ver a las mujeres “maquilladas” en la época prehispánica, pues se pensaba que esto las hacía verse más hermosas y bellas.
Con ello, como se puede apreciar, estas piezas nos acercan al papel que tenía la mujer en la época del Posclásico, los roles que asumía y, asimismo, la manera en la cual se veía cotidianamente. Elementos que, sin este tipo de piezas, sería complicado poder reconstruir.