Entre las esculturas que fueron creadas en el Posclásico tardío, y que tuvieron una gran difusión en el valle de México, se encuentran las de personajes de pie, hieráticos, rígidos, con las manos a los lados y los pies ligeramente separados. La escultura de referencia pertenece a este grupo de piezas.
Esta pieza representa a una mujer de pie, con las manos a los lados y los pies ligeramente separados. La escultura se distingue por su forma plana, por estar compuesta de rectángulos y por la rigidez que presenta su composición. La cara es rectangular, con dos óvalos incisos representando los ojos, una nariz prominente y una incisión horizontal simulando la boca. El cabello sobresale tímidamente y por debajo de éste se aprecian dos orejeras.
El tocado es lo más llamativo de la pieza. Presenta una gran banda horizontal en la parte superior, compuesta por cuentas cuadrangulares arriba y abajo, y una serie de líneas incisas en la parte intermedia. Dos rosetones se plasman en cada uno de los extremos y de ahí cuelgan grandes tiras de papel. Todo este tocado recibe el nombre de amacalli. También, detrás del tocado se plasman dos grandes rectángulos con esquinas redondeadas que, probablemente, están haciendo alusión a una sucesión de plumas o a un papel plegado.
El torso se representa desnudo, con una forma cuadrangular y con dos incisiones circulares que figuran los senos. Lleva los brazos pegados a los lados y apenas realzados. Llama la atención que, a diferencia del resto de la escultura, en ellos la línea curva se hace presente en los bíceps y el codo, dándole un mayor naturalismo. Tiene en la muñeca de ambos brazos, una banda simulando una pulsera y con un círculo y cuatro líneas incisas se representa la mano y los dedos.
Una banda con una línea incisa en medio divide el torso de la falda, la cual, siguiendo los cánones de la pieza, se plasma con una forma rectangular y de ella sobresalen dos rectángulos verticales y al final se esculpieron los pies con cuatro líneas incisas.
Esta escultura, aunque carece de atributos claros que permitan hacer su identificación, gracias a la presencia del tocado amacalli, el torso desnudo y su posición de pie, se puede vincular con otras esculturas de la diosa Chicomecoatl, una de las cuales se encuentra resguardad en la colección del Museo Amparo con el número 1561. El vínculo que hace evidente esta representación es el tocado de amacalli con el cual se representa a la diosa en los Primeros Memoriales de fray Bernardino de Sahagún (f. 262 r.) y en la lámina 30 del Códice borbónico, entre otros. Cabe aclarar que hay atributos que se encuentran ausentes en la escultura, como, por ejemplo, el color rojo, que debió cubrir la falda, el torso y el rostro. Asimismo, muchas esculturas presentan en la mano izquierda un par de mazorcas de maíz y en la mano derecha un dardo.
Chicomecoatl era una deidad relacionada con el maíz y su crecimiento. Se pensaba que habitaba en el Tlalocan –paraíso de Tláloc- y, cuando comenzaban a surgir los primeros elotes bajaba a la tierra donde se quedaba hasta la cosecha, momento en el cual regresaba al Tlalocan. Asimismo, esta diosa -junto a Chalchiuhtlicue, diosa de la laguna y los ríos, y Huixtocihuatl, diosa de la sal y el mar-, era de las más importantes debido a que se pensaba que era una de las deidades que mantenía a la gente, de ahí el carácter popular de ésta.