Una de las características más sobresalientes del tránsito del Preclásico temprano al Preclásico medio en el valle de México es la diversificación enorme de los tipos cerámicos. Podría decirse que no encontramos dos vasijas idénticas. Y la situación es similar en lo que se refiere a las figuritas antropomorfas de barro. No se usaba aún el molde, y se trata de una etapa en la cual no existían estilos hegemónicos impulsados por estados expansionistas, de manera que la libertad de experimentación era mayor.
En el repertorio de vasijas de Tlatilco encontramos formas muy distintas, especialmente en lo que se refiere a jarrones o botellones. Se usaron diferentes arcillas y la variedad de engobes y tratamientos de la superficie contribuyó a la diversidad que mencionamos.
Esta pieza presenta una forma muy particular, que no se repetirá en épocas posteriores. Se trata de una vasija de forma cónica cuyo cuello se angosta primero y se abre después hacia la boca, dando la sensación de un segundo cono invertido. El color del engobe, el tipo de bruñido y la iconografía son compatibles con la tradición cerámica de Tlatilco.
Es un recipiente ceremonial, no utilitario, y con toda probabilidad corresponde a un contexto funerario, como tantas piezas de Tlatilco. Su ubicación en el interior de una tumba es lo que permitió que la vasija se conservara sin fragmentarse o desmoronarse.
A pesar de su sencillez, la iconografía de esta vasija puede identificarse y relacionarse con el repertorio simbólico del Preclásico medio que suele agruparse bajo la denominación de “olmeca”. Los diseños están realzados por medio del pastillaje, a diferencia de lo que ocurre en una buena parte de las vasijas con decoración olmeca, cuyos dibujos se realizaron con incisiones o esgrafiados. Hay dos grandes diseños superpuestos: uno de ellos es lo que suele llamarse “cruz de San Andrés”, una especie de equis que aparece en piezas y monumentos olmecas de varias regiones. Es posible que sea una de las primeras representaciones del cosmograma cuatripartita.
El motivo del cosmograma cruciforme se superpone a otro que también aparece con frecuencia en la iconografía olmeca, tiene aspecto de espiga y se ha identificado como una representación esquemática de la planta de maíz. Las figuras antropomorfas del dios del maíz, normalmente realizadas en hachas de piedra verde, suelen tener esta misma representación del maíz surgiendo de una ranura en la cabeza.
Una de las características más sobresalientes del tránsito del Preclásico temprano al Preclásico medio en el valle de México es la diversificación enorme de los tipos cerámicos. Podría decirse que no encontramos dos vasijas idénticas. Y la situación es similar en lo que se refiere a las figuritas antropomorfas de barro. No se usaba aún el molde, y se trata de una etapa en la cual no existían estilos hegemónicos impulsados por estados expansionistas, de manera que la libertad de experimentación era mayor.