Estelas de este tipo han sido encontradas empotradas en los frisos de las fachadas de edificios en la antigua ciudad de Tula, o bien, dispersas por la destrucción y el saqueo que durante siglos ha tenido esta gran metrópoli del Posclásico temprano (900-1200 d.C.). Se trata de lozas de piedra labrada, de formas rectangulares, trabajadas en una de sus caras y exhibidas en monumentos públicos, cuya composición principal es un animal y en algunos casos, como éste, con un animal flanqueado por símbolos abstractos. La técnica de bajorrelieve resalta del fondo las formas y figuras que podemos apreciar, la obra fue elaborada con un cincel de alguna piedra menos porosa y más dura.
Es muy probable que estas estelas labradas hayan sido revestidas por una capa de estuco que posteriormente fuera pintada; sin embargo, en este ejemplar no se logran apreciar restos de pigmentos o estuco, como en otros casos en donde esto es más evidente.
La estela que se muestra se trata de algún roedor, a juzgar por el pelo, las orejas, los dientes, la cola y las garras, formas comunes para este tipo animales. En este caso es importante llamar la atención que la imagen central está rodeada por símbolos que parecen aludir a información específica. Poco ha podido descifrarse del sistema de registro utilizado en Tula.
Hay algunos casos donde se tienen ejemplos más claros de símbolos de día, que fueron usados también en tiempos más tardíos, como el glifo del día flor, acompañado de puntos indicando posiblemente un registro calendárico de algún acontecimiento importante, como la edificación de algún monumento o la memoria de algún dirigente o ancestro con un rango sobresaliente.
En esta estela, arriba y atrás del animal, se observa un símbolo que podría ser un día o un año, pues es un símbolo abstracto que normalmente va en frente o atrás de un personaje, aunque en algún sistema de convención que es diferente a lo que se ve en el Posclásico tardío (1200-1521 d.C.). Puede cumplir la función de antropónimo, si se tratara de un personaje, debido a que todas las personas eran nombradas según el Tonalpohualli de acuerdo a su día de nacimiento; pero puede aludir también a un gentilicio o una identificación gremial.
Más abajo, el pequeño círculo podría corresponder al numeral 1, como suele representarse posteriormente en el Posclásico tardío, época en que grupos nahuas y mixtecos lo expresaban así en diversos soportes.
Más enigmático resulta el símbolo que toma el roedor entre sus manos. La posición de las garras delanteras hacia adelante puede indicar la acción de ofrendar. Podría tratarse de un joyel, una nariguera de turquesa como suele representarse, por ejemplo, en códices nahuas o mixtecos.
Debajo de éste, otro símbolo con la forma de vírgula se encuentra a los pies del animal. No es común encontrarse vírgulas fuera o alejadas de la boca de los personajes o del hocico de los animales. Recordemos que la palabra tlatoani bien del verbo tlatoa, el que habla. El joyel y esta vírgula podrían estar conmemorando la fecha de investidura de algún tlatoani cuya identidad es desconocida.
Estelas de este tipo han sido encontradas empotradas en los frisos de las fachadas de edificios en la antigua ciudad de Tula, o bien, dispersas por la destrucción y el saqueo que durante siglos ha tenido esta gran metrópoli del Posclásico temprano (900-1200 d.C.). Se trata de lozas de piedra labrada, de formas rectangulares, trabajadas en una de sus caras y exhibidas en monumentos públicos, cuya composición principal es un animal y en algunos casos, como éste, con un animal flanqueado por símbolos abstractos. La técnica de bajorrelieve resalta del fondo las formas y figuras que podemos apreciar, la obra fue elaborada con un cincel de alguna piedra menos porosa y más dura.