Cultura | Desconocida |
Región | Jalisco o Michoacán |
Período | Clásico |
Año | 200-900 d.C. |
Período 9 | Clásico |
Año | 200-900 d.C. |
Técnica | Barro modelado y bruñido |
Medidas | 27.2 x 20.2 x 24.5 cm |
Ubicación | Sala 3. Cuerpos, rostros, personas |
No. registro | 52 22 MA FA 57PJ 750 |
Investigador |
El patojo es un peculiar recipiente de cerámica con forma de pie o zapato, es una especie de cántaro o jarra –si tiene asa- con una parte del cuerpo extendida a un lado. Puede presentar una o dos asas, soportes y como en este caso, rasgos escultóricos que acentúan su apariencia figurativa; igualmente, la superficie puede mostrar decoración bidimensional.
Numerosas culturas mesoamericanas incluyen el patojo en sus repertorios alfareros; es factible suponer que sus usos son variados, en un ámbito doméstico se les halla en la cocina: permite cocinar dos platillos en un solo fuego, para ello, la sección prolongada del patojo puede colocarse bajo un comal y sobre el carbón encendido, debido a que la boca queda fuera del fuego, quien cocina puede revolver el contenido y tomar el recipiente por el asa que se mantiene menos caliente. En algunos contextos arqueológicos se han encontrado patojos que contenían restos humanos, al modo de urnas cinerarias, con frecuencia los patojos no muestran huellas de fuego, lo cual, junto con los elementos ornamentales, indica que sus funciones rebasan las prácticas.
Del que vemos Jacqueline Larralde de Sáenz ha mencionado que procede de la zona de Apatzingán, Michoacán, situada en la región denominada Tierra Caliente. En algo recuerda las piezas de la modalidad estilística llamada Coahuayana, propia de la cultura de las tumbas de tiro y localizada en la colindancia de Colima y Michoacán, conviene resaltar que en el arte del Occidente mesoamericano son abundantes las esculturas cerámicas con rasgos de recipientes y las vasijas efigie, por lo que es altamente probable que la pieza haya sido elaborada en esta región.
Figura un ser humano, acaso una mujer robusta que aún cuando no tiene los senos abultados, pudiera interpretarse que lleva el torso desnudo y viste una falda, marcada con una especie de cinturón en relieve, que le cubre las piernas extendidas al frente, los elementos alargados en el extremo de la sección horizontal parecen tener una doble apariencia: flecos de la falda o seis dedos de un extraño pie, otro atributo femenino son los brazos extendidos que muestran las palmas. El rostro es muy llamativo: los ojos y la boca tienen la misma forma de “grano de café”, los ojos y la nariz aguileña y corta se hallan al mismo nivel. No exhibe huellas de exposición al fuego, no obstante, seguramente sirvió como contenedor.