El México antiguo. Salas de Arte Prehispánico
Olla globular con asa y vertedera | El México antiguo. Salas de Arte Prehispánico | Museo Amparo, Puebla
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Olla globular con asa y vertedera

Cultura Huasteca
Región Huasteca
Período Posclásico temprano
Año 900-1200 d.C.
Período 9 Posclásico temprano
Año 900-1200 d.C.
Técnica

Barro (pasta fina) modelado con decoración pintada en color rojo

Medidas 18.8   x 21  x 21.8  cm
Ubicación Bóveda Prehispánico
No. registro 52 22 MA FA 57PJ 1482
Investigador

Al norte del río Tuxpan comienzan los territorios de habla huaxteca. Enfrente de Juana Moza, una isla del río, fue hallado un sillar de piedra arenisca labrado de conformidad con la tradición escultórica de El Tajín. Su programa iconográfico no deja lugar a dudas en cuanto a su correspondencia con otros relieves esculpidos en la ciudad al final del período Epiclásico (ca. 900-100 d.C.). El establecimiento de fundaciones coloniales de El Tajín en la Huasteca no debió involucrar un período no exento de guerras.

Este hermoso, aunque inusual relieve debió pertenecer a uno de estos asentamientos de frontera y no es casual que en el ejemplo de Juana Moza, la faja que ciñe el faldellín de los personajes allí representados se hubiera transformado en una cuerda que intenta señalar la condición de prisioneros de los individuos allí representados.

Si esta escultura es importante aquí, antes de discutir las características de una producción cerámica verdaderamente única en Mesoamérica, es porque justo en este momento se convierte en una producción alfarera no sólo distintiva de un área importante de la Huasteca, sino también apreciada en el norte de Veracruz. En El Tajín inclusive llega a imitarse localmente y no son pocos los ejemplos de este tipo de vasijas con asa y vertedera que fueron importados a los territorios de El Tajín.

Si bien comienzan a aparecer en el contexto de esta última civilización, se volverán hasta cierto punto comunes en la región de Papantla en el Posclásico. Es entonces cuando cobran su mayor popularidad y cuando se extienden hasta la montaña de Hidalgo donde permanecen en fabricación hasta consumarse la Conquista de México. También las hay en la Huasteca Potosina y en varios lugares de la Sierra Gorda de Querétaro. Es interesante observar que las minas de obsidiana de Zacualtipán siempre estuvieron al alcance de las poblaciones huastecas y que estas cerámicas parecen acompañar un momento particular de expansión territorial que los llevará a la montaña de Hidalgo, lugar donde terminan por repartir intereses comerciales con otras civilizaciones de la época.

Sin embargo, el universo cultural de El Tajín se extinguirá rápidamente mientras que esta producción alfarera encontrará sus mejores momentos en el período Posclásico. Se trata de vasijas elaboradas con una pasta de barro blanca rica en arcillas caoliníticas que permiten acabados de superficie particularmente tersos. Su plasticidad proporciona el material ideal para la elaboración de las grandes asas a manera de estribos y de las complicadas vertederas que las identifican. Sin embargo, el ejercicio de estos los alfareros iba mucho más allá, en realidad se trata de ollas de cuerpo semiesférico en ocasiones construido en “gajos”, tal y como si fuera una calabaza, donde la vertedera ocupa el hombro y el asa queda sujeta al borde de un cuello que alcanza muy poca altura. En realidad, son inconfundibles en la producción alfarera de Mesoamérica y la decoración pintada en color negro no deja duda sobre su procedencia. Estos últimos son diseños geométricos, hasta cierto punto similares a los que componen los murales de Tamuín, San Luis Potosí, y que pueden llegar a combinarse con la efigie de un rostro humano, por lo regular con los ojos cerrados, pero no de manera exclusiva.

Al norte del río Tuxpan comienzan los territorios de habla huaxteca. Enfrente de Juana Moza, una isla del río, fue hallado un sillar de piedra arenisca labrado de conformidad con la tradición escultórica de El Tajín. Su programa iconográfico no deja lugar a dudas en cuanto a su correspondencia con otros relieves esculpidos en la ciudad al final del período Epiclásico (ca. 900-100 d.C.). El establecimiento de fundaciones coloniales de El Tajín en la Huasteca no debió involucrar un período no exento de guerras.

Obras de la sala

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