El México antiguo. Salas de Arte Prehispánico
Vaso trípode con colibrí y flor. Figura zoomorfa y fitomorfa en el exterior | El México antiguo. Salas de Arte Prehispánico | Museo Amparo, Puebla
Vaso trípode con colibrí y flor. Figura zoomorfa y fitomorfa en el exterior | El México antiguo. Salas de Arte Prehispánico | Museo Amparo, Puebla
Vaso trípode con colibrí y flor. Figura zoomorfa y fitomorfa en el exterior | El México antiguo. Salas de Arte Prehispánico | Museo Amparo, Puebla
Vaso trípode con colibrí y flor. Figura zoomorfa y fitomorfa en el exterior | El México antiguo. Salas de Arte Prehispánico | Museo Amparo, Puebla
Vaso trípode con colibrí y flor. Figura zoomorfa y fitomorfa en el exterior | El México antiguo. Salas de Arte Prehispánico | Museo Amparo, Puebla
Vaso trípode con colibrí y flor. Figura zoomorfa y fitomorfa en el exterior | El México antiguo. Salas de Arte Prehispánico | Museo Amparo, Puebla
Vaso trípode con colibrí y flor. Figura zoomorfa y fitomorfa en el exterior | El México antiguo. Salas de Arte Prehispánico | Museo Amparo, Puebla

Vaso trípode con colibrí y flor. Figura zoomorfa y fitomorfa en el exterior

Cultura Teotihuacana
Región Ciudad de Teotihuacán
Período Clásico temprano
Año 200-600 d.C.
Período 9 Clásico temprano
Año 200-600 d.C.
Técnica

Barro modelado, esgrafiado, bruñido y con engobe

Medidas 8.5   x 11.5  cm
Ubicación Bóveda Prehispánico
No. registro 52 22 MA FA 57PJ 1347
Investigador

Las figuras finamente incisas en las paredes de esta pequeña vasija trípode son a la vez imágenes y enigmas. Enigmas porque a pesar de poder identificar lo que representan: un colibrí y una flor de cuatro pétalos, en su conjunto el significado permanece un misterio. Las formas del arte azteca documentadas en las fuentes históricas del siglo XVI se han utilizado tradicionalmente para explicar el sentido del arte simbólico teotihuacano, y es posible pensar que las formas similares, por ejemplo en la alfarería mexica y la teotihuacana, conservan el mismo significado a través del tiempo y el espacio. Esta continuidad se reconoce en la supervivencia de tradiciones; por ejemplo, un sistema de registro y la constante presencia de deidades como Tláloc o Huehuetéotl, dios del agua y dios del fuego respectivamente, y justifican el intento de utilizar las fuentes históricas para interpretar los motivos en el arte teotihuacano.

En otros lugares separados por muchos siglos, las imágenes del colibrí que se acerca a flor de cuatro pétalos poseen un significado que se relaciona con los dioses solares y el origen de los linajes. En Teotihuacán abunda la imagen de la flor de cuatro pétalos extendidos. Con frecuencia se representa tanto en la cerámica como en los murales pintados en los muros de los conjuntos habitacionales de la urbe. Como nos explica Hasso von Winning, estudioso del arte de Teotihuacán, este tipo de flor es raro en la naturaleza. Su diseño es una estilización en la que la flor está representada siempre con los pétalos dispuestos como una cruz vertical en la que su proporcionada simetría es evidente por lo que su forma transmite un sentido de armonía y ordenamiento, y posiblemente nos refiere a un significado mitológico y cosmológico.

Algunos autores, por ejemplo la arqueóloga Doris Heyden, atribuyen a la flor teotihuacana de cuatro pétalos un simbolismo vinculado a la creación, lugar de origen y de la matriz materna. A partir de sus estudios de la cueva que se localiza debajo de la pirámide del Sol en Teotihuacán y las analogías que encontró con las flores de cuatro pétalos, nos propone que en el pensamiento mesoamericano las flores se vinculan con las historias del nacimiento de los hombres en Chicomoztoc, lugar de las siete cuevas y del origen de la humanidad; agrega que simbolizan el axis mundi, y la entrada al inframundo.

En cuanto al ave, el estudio de las aves y su representación  han mostrado la posibilidad de identificar la especie y sus hábitos; en este caso estamos ante la representación de un colibrí. Entre los teotihuacanos no es un ave que se represente con frecuencia, y la que mayormente encontramos es el búho o el quetzal, de esta manera para acercarnos al simbolismo de esta ave en dicha circunstancia es pertinente considerar otras vías. Acudir a las fuentes de los nahuas del Posclásico, el pueblo que se consideró beneficiado y parte de la cultura teotihuacana que le antecedió, también es de relevancia. El colibrí zurdo o el colibrí sureño es el nombre de Huitzilopochtli, el dios titular de los mexica, y en algunos documentos también se le identifica con los dioses solares como nos lo señala Yólotl González Torres. 

Los elementos pictóricos funcionan como símbolos aislados de color rojo que flotan sobre una superficie de color bayo enmarcados por una cenefa de grecas, una inferior y otra superior. Todos los elementos, el ave y la flor están finamente incisos y en su conjunto le otorgan su significado a esta pieza. En el barro que se encontraba en estado de cuero o verde antes de la cocción, el artista trazó las formas y bruñó el barro. Determinar si primero trazó las líneas que están incisas en el barro y después iluminó las formas colocando el color rojo en su interior, o si el proceso fue inverso, es decir si primero pintó y después transformó la forma de la flor y del ave al delinearla con la fina línea incisa es interesante y al contemplar la pieza de manera puntual observamos el proceso que siguió en su fábrica.

Las figuras finamente incisas en las paredes de esta pequeña vasija trípode son a la vez imágenes y enigmas. Enigmas porque a pesar de poder identificar lo que representan: un colibrí y una flor de cuatro pétalos, en su conjunto el significado permanece un misterio. Las formas del arte azteca documentadas en las fuentes históricas del siglo XVI se han utilizado tradicionalmente para explicar el sentido del arte simbólico teotihuacano, y es posible pensar que las formas similares, por ejemplo en la alfarería mexica y la teotihuacana, conservan el mismo significado a través del tiempo y el espacio. Esta continuidad se reconoce en la supervivencia de tradiciones; por ejemplo, un sistema de registro y la constante presencia de deidades como Tláloc o Huehuetéotl, dios del agua y dios del fuego respectivamente, y justifican el intento de utilizar las fuentes históricas para interpretar los motivos en el arte teotihuacano.

Obras de la sala

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